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El Oficio de Costalero

LA TÉCNICA

Técnica
EL OFICIO DE COSTALERO:
La Técnica

Como, sin duda, coincidiréis conmigo, para cualquier profesional que se precie, sea cual sea su oficio, resulta fundamental el conocimiento y dominio de las herramientas necesarias para realizar su trabajo. De ahí, que debamos comenzar hablando de la Ropa, pues bajo esta denominación genérica tan propia de nuestro argot, se incluyen las únicas herramientas con las que vais a contar bajo el "palo", y de cuya correcta utilización va a depender, en gran medida, el desarrollo de vuestro trabajo en las mejores condiciones.

Aunque, en un sentido amplio, la ropa abarcaría muchos y variados elementos, habría que distinguir entre aquellos que son primordiales: el Costal con su Morcilla, la Faja y el Calzado; y aquellos otros más accesorios (pantalón, camiseta, calcetines...) que, no obstante, también van a tener su relativa importancia, como veremos.  

A continuación, hablaremos detenidamente de todos ellos, no sin antes, insistir en la importancia de contar con unas buenas herramientas que, además, sepamos utilizar correctamente.

costal faja y morcilla buena.jpg
bambas costalero.png
LA ROPA.jpg

 EL COSTAL 

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

De los distintos elementos que conforman la ropa, El Costal constituye, sin duda, la principal herramienta del Costalero, hasta el punto de dar nombre a quienes ejercen el arte y oficio de "Sacar Pasos"...

... de sacar Pasos a costal, habría que añadir, pues no podemos olvidar que, dentro de nuestra rica y variadísima Semana Santa, existen muy diferentes formas de llevarlos.

Se sabe que el Costal ya era utilizado para tal menester, al menos, desde el siglo XVII, gracias al hallazgo del profesor Teodoro Falcón, quien, en 1982, durante sus trabajos de restauración de los archivos de la Catedral de Sevilla, encontraría un grabado que se conoce como el de "los tres Facchini del Corpus", datado en 1686, y cuya importancia radica en ser prueba fehaciente de la existencia de Cuadrillas de Costaleros ya en aquella época.

COSTAL FORRO VERDE y MORCILLA editado.pn
Los 3 Facchini 1668.jpg
* Grabado de los 3 Facchini (1686), hallado por el Prof. Teodoro Falcón.- Al pie reza una leyenda en Italiano, cuya traducción literal es:
"Mozos que llevan la Custodia con el Stmo. Sacramento en la Procesión que se hace en Sevilla el día del Corpus Christi".

Pese a su lógica evolución por el paso del tiempo, el Costal no ha dejado de ser, en esencia, un lienzo de tejido más o menos grueso que, convenientemente enrollado a una almohadilla cilíndrica -la morcilla-, arman una especie de "bacinete" de tela, que se ajusta a la cabeza desde la frente -a la altura de las cejas-, prolongándose hasta más allá de la cerviz, para proteger la zona de trabajo del Costalero situada sobre la séptima vertebra cervical.

Habría que puntualizar que, en nuestro argot, tan dado a la sinécdoque, unas veces hablamos de "costal" queriendo aludir a nuestro principal utensilio de trabajo en su conjunto, y otras, en cambio, solo nos estamos refiriendo al lienzo de tela, como uno de los elementos que componen la herramienta, diferenciándolo del otro, que sería la Morcilla.

En cualquier caso, lo que me interesa resaltar en este momento, es que ambos elementos -costal y morcilla- vienen por separado, de manera que, para poder utilizar la herramienta como tal, se requiere una operación previa de montaje que, en nuestro mundillo, es a lo que llamamos "hacer (se) el costal"  o, más comúnmente -en otro claro ejemplo de sinécdoque-,"hacer(se) la Ropa".

Dicha operación, como apuntábamos al principio, va a consistir, básicamente, en ensamblar estos dos elementos, enrollando, en la forma debida, el costal a la morcilla, para componer, así, la que será nuestra principal y personalísima herramienta de trabajo, que deberá ajustarse perfectamente a nuestra morfología, teniendo en cuenta nuestras particulares medidas de cabeza y cuello.   

 

El conseguir ese ajuste perfecto al hacernos la ropa es uno de los puntos críticos para el trabajo del Costalero, que requiere un cierto conocimiento y destreza técnicos, por lo que trataremos este apartado en profundidad, más adelante. 

7ª Vertebra cervical  o Prominente , de la que dice Antonio Santiago "fue puesta por Dios para llevar Pasos"

 

El ensamble de costal y morcilla va a conformar una especie de protuberancia acolchada, a la que llamamos "el trabajo", pues, sobre esta parte, en concreto, deberá descansar el palo cuando estemos trabajando. También se le llama "la cuna" por la forma que "el trabajo" dibuja cuando se asienta, a medida que caen los kilos.

Será en una fase posterior, la de "Tirar el Costal", cuando procedamos a colocarnos la "ropa" hecha previamente, ajustándonos la "visera" a la frente y llevando "el trabajo" hasta la séptima vertebra cervical, de manera que, la herramienta, pueda cumplir, así, su principal función de amortiguar el contacto de la trabajadera sobre nuestra cerviz.

LA ELECCIÓN DEL COSTAL: Tipos y Medidas.

 

A pesar del paso del tiempo, el Costal se ha mantenido impertérrito hasta nuestros días, pues, el propio tiempo se ha encargado de demostrar que es la herramienta que mejor se adapta a nuestra particular manera de llevar los pasos, cumpliendo, a la perfección, su cometido principal, que no es otro que el de proteger nuestra zona de trabajo, amortiguando el apoyo de la trabajadera sobre la cerviz. 

Y aunque en esto no haya cambiado, si que ha habido -como podréis suponer- una lógica evolución, tanto en la calidad de los materiales empleados, como, sobre todo, en su confección y acabado, ahora, mucho más cuidada que en antaño, lo que, por otra parte, tampoco es de extrañar, si comparamos los actuales, con aquellos otros tiempos en los que el Costalero se hacía su propio costal, y con el tejido que -independientemente de su idoneidad- se tuviera más a mano: Una sabana, una manta vieja de casa, un saco rajado por la mitad y garrapiñado de sabe Dios donde... De ahí que, como señala Emilio Velázquez Mijarra, en su obra Léxico de Capataces y Costaleros, antiguamente, era usual referirse al costal como "la manta" o "el saco". 

Aprovechando la alusión al "saco", diremos que esta denominación del costal aún se sigue utilizando hoy en día, pues, no en balde, la "arpillera" o tela de saco continua siendo el material básico empleado en su elaboración, y ello es así porque, junto al grosor y resistencia de este tejido, su textura, rugosa y áspera, le confiere un valor añadido, al impedir que el costal resbale en la trabajadera, facilitando su fijación al palo durante el trabajo. 

El grado de especialización ha llegado hasta tal punto que, sin dejar de ser la misma herramienta, podemos encontrar en el mercado múltiples variantes: 

- costales clásicos y costales en "L", con o sin filos (dobladillos);

- con arpillera de distintos materiales (lino, cáñamo, yute...) y diferente grosor (trama simple o trama doble);

- con forros, igualmente, de distintos tejidos, colores y motivos... Y por supuesto,

- costales personalizados (con el escudo de la Hdad., la foto de los Titulares, etc.).

Así las cosas, no creo equivocarme al afirmar que, donde más se ha notado la evolución -a mejor- de la herramienta, ha sido, sobre todo, en su confección.  Y es que, de un tiempo a esta parte, podemos encontrar en el mercado, verdaderos especialistas en la fabricación de costales, que cuidan, al detalle, su acabado, de manera que ya todos vienen perfectamente rematados con un forro -por lo general, de algodón- más suave al tacto que la arpillera, y que, cuidadosamente cosido a ésta -a modo de dobladillo-, la refuerzan con unos "filos" que impiden que la tela de saco se deshilache por sus extremos, cubriéndola, además, por aquellas partes que entran en contacto con la piel del costalero para evitar, así, el roce de la áspera estopa... Y, puestos a rizar el rizo, hay fabricantes que, incluso, le añaden estudiadas costuras en la zona de la frente para proporcionar una mayor sujeción de la visera.

COSTAL .png
Anverso y Reverso de un Costal clásico, forro de algodón blanco con filos y costuras en la zona de la frente.
Costal clásico con filos
Costal Clasico liso_edited_edited.png
Costal Clasico liso_edited.png

Con tanta diversificación, pudiera parecer complicado decantarse por la mejor opción, sobre todo, si llevamos poco tiempo en esto y no hemos tenido oportunidad de probar diferentes tipos de costal. 

Por ir reduciendo el abanico de posibilidades, y dejando al margen la calidad de los materiales utilizados, señalaremos que, en la práctica, las diferencias más significativas que encontramos en los costales, vienen dadas, principalmente, por solo dos factores:

  1. La trama que presenta el saco, lo que nos hace distinguir entre arpillera de Trama Simple y arpillera de Trama Doble. 

  2. La cantidad de tela utilizada para forrar dicho saco, lo que da lugar a la diferenciación entre Costales Clásicos y Costales en "L".

De la combinación de estas opciones de trama y forro, surgen los cuatro tipos de costales que,​ básicamente, podemos encontrar en el mercado:

  • Costal Clásico:

    • de trama simple. ​

    • de trama doble.​

  • Costal en "L"  

    • de trama simple.

    • de trama doble.

Elementos del Costal.jpg
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Costal Clásico
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Costal en "L"

Desde ya os digo, que la elección de un tipo u otro no debe ser una cuestión que os raye, puesto que, hoy en día, cualquier costal medianamente buenecito (en materiales y confección), va a cumplir perfectamente sus funciones de amortiguación y fijación al palo, que, a la postre, es lo que importa, por lo que el tipo de costal -en mi opinión- tampoco va a ser un factor tan determinante a la hora de poder desarrollar nuestro trabajo en las mejores condiciones. El decantarse, pues, por alguna de las variantes que hemos señalado, se me antoja, más bien, una cuestión de comodidad y preferencia personal.

No obstante, permitidme unas breves pinceladas sobre la materia, para que, al menos, sepáis diferenciar los distintos tipos de los que hemos hablado:

1. Diferenciación según la Trama del Saco: 

La trama es el entrelazado vertical y horizontal de hilos (de estopa) que, a modo de cuadrícula, conforman una pieza o lienzo de arpillera. Así, tenemos:

  • Arpillera de Trama Simple: Cuando cada cuadricula de ese entramado se confecciona con un solo hilo vertical que se cruza con un solo hilo horizontal. Éste ha sido el tipo de trama utilizado habitualmente.​

  • Arpillera de Trama Doble: En este caso, la trama se confecciona con el entrelazado de un hilo horizontal que se cruza con dos hilos verticales, lo que, obviamente, confiere un mayor grosor al saco.

La trama doble ha irrumpido en el mercado más recientemente, y no sin cierta controversia:

Quienes argumentan en su favor, dicen que, al ser más gruesa, ofrece una mayor protección de la cerviz, pues amortigua mucho más el contacto con la trabajadera. Además, este grosor proporcio-na a la cuna una base más amplia de apoyo para la trabajadera, por lo que resulta más difícil salirse del palo.

Por el  contrario, sus detractores -que no son pocos- afirman que, precisamente, este mayor grosor y porosidad de la trama, es lo que provoca que, al hacernos la ropa, las vueltas sobre la morcilla no queden tan prietas, y ello trae consigo que el costal se deshaga con más facilidad, y/o que "el trabajo" vaya cediendo y termine bajando más allá de su sitio, echando por tierra cualquier igualá, por buena que ésta fuera inicialmente. 

arpillera deshilachada2.jpg
Trama o entrelazado de hilos que dan lugar
a un trozo de arpillera
TRAMA DOBLE.png
Trama Simple:
1 hilo horizontal x 1 hilo vertical
TRAMA DOBLE.png
Trama Doble:
1 hilo horizontal x 2 hilos verticales

2. Diferenciación según la amplitud del Forro: 

Antes que nada, decir que las diferencias que se dan en los costales según lleven un forro normal o un forro en "L", se hacen visibles solo en su cara anterior o anverso (que es la que apoyaremos contra el suelo a la hora de hacernos la ropa), ya que

la cara posterior de cualquier costal no presentan diferencias sustanciales, yendo forrada, tan solo, la Zona de la Frente, mientras que el resto del saco aparece al descubierto sin forro (excepción hecha de sus posibles remates o "filos").

Hecha esta puntualización, entremos en detalles...

Como veníamos diciendo, según la amplitud del Forro, tendríamos dos tipos de Costales: 

  • Costal Normal o Clásico: El anverso del costal aparece completamente forrado, de manera que la arpillera no se ve porque va a estar totalmente cubierta por la tela que hace de forro.  

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Reverso es siempre igual, con independencia del tipo de Costal, con la Zona de la Frente forrada y el resto de la arpillera al descubierto.
  • Costal en "L": En esta modalidad (y siempre hablando del anverso), el forro solo cubre aquella parte de la arpillera que entraría en contacto con el cuerpo del costalero, de manera que hay parte del saco que queda al descubierto, dibujando una " L". Los argumentos a favor de esta variante son que, el ahorro de tela innecesaria, hace que este costal sea más ligero y manejable, favoreciendo la adecuada tensión de las vueltas sobre la morcilla para que el costal no se deshaga, disminuyendo, además, la posibilidad de arrugas y mejorando, notablemente, su transpiración.

costal anterior_edited.png
En el Costal Clásico, el forro cubre todo el anverso: frente y arpillera
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El Reverso viene a ser igual en cualquier tipo de Costal: Frente forrada y arpillera al descubierto 

Los partidarios de esta variante, argumentan, fundamentalmente, que, al llevar más tela, el costal adquiere cuerpo y tiene una mejor caída que favorece el ajuste de la ropa y, por ende, la comodidad en el trabajo, imposibilitando, asimismo, cualquier roce de la piel con la áspera tela de saco. 

 

Con estas notas, creo que es más que suficiente para que os hagáis una idea de los tipos de costales que, básicamente, podemos encontrar.

Hay, no obstante, un último detalle que no quiero pasar por alto, y del que no he hablado antes, pues no creo que sea definitorio de ninguna otra modalidad de costal, como tampoco cabría hablar de diferentes tipos de costales en función de su color, por ejemplo. El detalle al que me refiero es el remate de la arpillera: 

Ya hemos visto que la tela de saco que sirve de base a nuestra herramienta, es un entramado de hilos de estopa; si dicha trama no viene rematada por sus extremos, los hilos quedan sueltos y, más pronto que tarde, la arpillera se deshilachará, lo que supondrá la muerte del costal. Así pues, el saco siempre ha de venir rematado con un adecuado pespunte, que refuerce todo su contorno evitando que los hilos de la trama queden sueltos. 

Arpillera con borde deshilachado.jpg
Arpillera sin rematar por su extremo superior
Lienzo de Arpillera_edited.png
Arpillera rematada en todo su contorno

​Pues bien,

  • Cuando las costuras que sirven de refuerzo, se realizan directamente sobre la arpillera, se habla de costal sin filos. 

  • Cuando el refuerzo viene dado por la tela del forro, cosida a la arpillera a modo de dobladillo en el que va embutido el saco, se habla de costal con filos.

Con independencia del tipo de refuerzo que escojáis, lo realmente importante es cerciorarnos de que la arpillera venga perfectamente rematada con un buen pespunte que no escatime en puntadas e hilo.

Costal en L sin filos posterior.png
Costal sin Filos: el pespunte de refuerzo se hace sobre la propia arpillera
costal blanco en L abierto editado.png
Costal con Filos: el forro va cosido a la arpillera como dobladillo

Llegados a este punto, me reitero en la afirmación de que la elección del tipo de costal, más que un factor determinante para el trabajo del costalero, es una cuestión de comodidad y preferencia personal.

En mi opinión, si que existe otro factor mucho más relevante a tener en cuenta cuando vayamos a adquirir un costal, y al que, sin embargo, no siempre se le presta la atención que merece, sin duda, porque no somos conscientes de cuán importante es cuidar este detalle; me estoy refiriendo a las medidas que han de tener tanto el Costal como su Morcilla, pues, su idoneidad, puede marcar la diferencia entre contar con la herramienta que sea la perfecta para nosotros, o con una que, ya desde el principio, nos de problemas.

Como señalábamos anteriormente, el ajuste perfecto de la ropa es fundamental para que el costalero pueda desarrollar su trabajo en las mejores condiciones de comodidad y protección, y es verdad que para conseguirlo, se requiere un adecuado dominio de la técnica, tanto de "hacer", como de "tirar" el costal. Sin embargo, creo que, tradicionalmente, se ha venido cometiendo el error de hacer recaer todo el peso del ajuste de la ropa solo en el manejo de la técnica, estando muy extendida, entre la costalería, la idea de que, si el costal nos venía como un guante, era porque estaba muy bien hecho y mejor tirado, mientras que si nos daba problemas, ello era sinónimo de ropa mal hecha. Pudiendo ser verdad tales afirmaciones, desde mi punto de vista, nos llevan a una simplificación -un tanto equivoca- de la cuestión, pues se obvia la primera de las premisas necesarias para que dicho planteamiento fuera del todo cierto: contar con la herramienta apropiada. 

Efectivamente, resulta innegable que, el hacerse bien la ropa, va a ser condición necesaria para el buen trabajo del costalero, pero, desde luego, en modo alguno será condición suficiente, pues por mucha destreza que tengamos haciendo costales, de poco nos va a servir tanta pericia, si nuestra herramienta es, de partida, defectuosa, por no tener las dimensiones adecuadas, en función de nuestras particulares medidas de cabeza y cuello:

Así, si un costal nos viene excesivamente grande, aún con el manejo virtuoso de la técnica, será difícil ajustarlo para que no nos baile en la cabeza y que la cuna nos caiga en su sitio sin que se nos desplace.

Y si, por el contrario, el costal es pequeño, es posible que, con algún que otro recurso técnico, consigamos que al final nos encaje, pero, casi con toda seguridad, "el trabajo" se nos quedará alto, ya que la falta de tela impedirá que tenga recorrido suficiente como para bajar hasta la séptima vertebra. 

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Consecuencia de un Costal pequeño: El trabajo se queda muy alto.

En conclusión, siendo imprescindible, para el costalero, el dominio de la técnica de hacer la ropa, no lo es menos el hecho de disponer de una herramienta como Dios manda, que tenga las medidas idóneas para cada uno de nosotros; cuestión ésta, que desentrañaremos seguidamente.

LAS MEDIDAS DEL COSTAL: el largo y el ancho.

Para saber a qué nos estamos refiriendo, lo primero que debemos tener claro es a que llamamos largo, y a que, ancho ; recalco esto porque es muy frecuente confundir los términos, de manera que, lo que para unos es el largo, para otros es el ancho, y vicerversa... y así no hay forma de entenderse. Aclaremos, pues, que, en esto, no hay lugar a discusión, ya que se trata de pura geometría básica: en cualquier figura rectangular representada en un plano horizontal (como sería el caso de un costal extendido sobre el suelo), y con independencia de su posición, el largo viene dado, siempre, por el lado de mayor dimensión, mientras que el lado menor será el ancho. 

La segunda premisa que debemos sentar es que, lo que hablemos aquí sobre las medidas, lo será en relación con el costal abierto, detalle éste que quiero puntualizar porque, como luego veremos, a partir de estas medidas, llegará un momento en el que debamos trabajar con el costal doblado.

Pues bien, dicho esto, y para que no haya lugar a error posible, estableceremos la siguiente referencia: si abrimos un Costal sobre una superficie horizontal, lo pongamos como lo pongamos (esto es, visto de frente o de lado), el largo nos lo va a marcar, siempre, la "zona de la frente"  tomada de extremo a extremo del costal:

Costal Negro texto ancho y largo.png
Costal abierto, visto de frente
COSTAL3 BLANCO ABIERTO fechas largo y an
Costal abierto, visto de lado

Hechas estas aclaraciones, prosigamos con el tema de las medidas personalizadas que requiere nuestro costal:

- Largo del Costalesta dimensión es la que va a estar directamente relacionada con nuestra particular medida de perímetro craneal, de manera que, como podréis intuir, de ella va a depender que el costal pueda ajustarse perfectamente a nuestra cabeza y, a la vez, permita que la cuna tenga recorrido suficiente para bajar hasta la 7ª vertebra cervical.

Así, si el largo fuera mayor del que necesitamos, el costal nos quedaría excesivamente holgado y nos bailaría, al no quedar ajustado a cabeza y frente, además de que el "Trabajo" tampoco quedaría fijado a su sitio, terminando por bajarse más de la cuenta.

Por el contrario, si el costal no tuviera el largo suficiente, de acuerdo con nuestro contorno cefálico, ocurriría que, o no nos entraría en la cabeza o, de hacerlo, sería a costa de que el "Trabajo" quedase alto al no haber tela bastante para que baje hasta su sitio.

  • La mayoría de las fuentes consultadas coinciden en que el largo personalizado de nuestro costal sea el doble de nuestro perímetro craneal, restándole 2 cm. como margen de error: 

  Largo = (Perímetro craneal x 2) - 2 cm 

Para aplicar esta fórmula, debemos conocer, obviamente, cuanto mide el perímetro o contorno de nuestra cabeza; así, si dicho contorno es, por ejemplo, de 58 cm., el largo de nuestro costal debería ser de 114 cm.:

  Largo = 58 x 2 = 116 - 2 = 114 cm 

 

Medir nuestro perímetro craneal no tiene mayor dificultad. Tan solo, tenemos que disponer de una cinta métrica de costura y rodear con ella nuestra cabeza, colocándola justo por encima de las cejas y salvando las orejas, tal y como vemos en la imagen:​

COMO MEDIR LA CABEZA EDI.jpg
Medición del Perímetro Craneal
Reverso de un Costal, visto de frente
COSTAL NEGRO Fomula del Largo_edited.png

Aunque lo ideal sería contar con un costal hecho a medida, también es cierto que ello puede encarecer algo su precio. No obstante, los fabricantes son perfectamente conocedores de que la media del perímetro craneal  se sitúa en torno a los 56-58 cm. para los hombres, y entre 54-56 cm. en mujeres, de manera que ya trabajan con un abanico de medidas estándar que cubren todo el rango, tanto por encima como por debajo de la media.

En el caso de que las medidas estándar de que dispongan en la tienda, no coincidan, exactamente, con la del "doble de nuestro contorno craneal menos 2", optaremos -siempre que no haya mucha diferencia- por la que más se acerque en el rango inferior; me explico: volviendo al ejemplo anterior, vimos que si nuestro perímetro fuera de 58 cm, el largo ideal de nuestro costal serían 114 cm; pero, resulta que en la tienda, solo tienen costales, o de 116, o de 112 cm de largo; Pues bien, en este supuesto, cogeríamos el que más se acerca por debajo, esto es, el de 112 cm, ya que, como luego veremos, hay un recurso técnico, al hacernos la ropa, que nos permitirá ganar esos 2 cm. que, en teoría, nos faltan, mientras que el problema de un costal grande (por largo) tiene peor solución.  

- Ancho del Costal: esta dimensión va a estar directamente relacionada con la largura de nuestro cuello y espalda, incidiendo, tanto en el número de vueltas que podamos dar al saco cuando lo enrollemos a la morcilla, como en la longitud de la caída sobre la espalda o, dicho de otra manera, a que altura de la espalda nos va a llegar el costal, una vez que nos lo tiren. Así, un costalero con menos longitud de cuello y/o espalda, necesitará un costal menos ancho que otro cuya longitud de cuello y/o espalda sea mayor.

A diferencia de lo que ocurría con el largo, para determinar el ancho idóneo de nuestro costal no existe una formula matemática. No obstante, la experiencia nos muestra que el ancho debe estar entre los 70 y los 90 cm., de manera que podríamos fijar, como referencia, la siguiente escala:

  • de 70 a 75 cm, corto. (S)

  • de 75 a 80 cm, normal o mediano. (M)

  • de 80 a 85 cm, largo. (L)

  • de 85 a 90 cm, muy largo. (X-XL)

COSTAL NEGRO Fomula del Ancho resaltado_

LA MORCILLA: Características

MORCILLA BUENA.png

Como ya hemos adelantado, el segundo elemento necesario para armar nuestra herramienta, es esta almohadilla cilíndrica que, en nuestro argot, llamamos "Morcilla", y que, básicamente, va a ser un envoltorio o forro de tela (normalmente, de algodón) relleno de un material que ha de ser maleable, dúctil y con cierta elasticidad, para que se pueda moldear y, a la vez, proporcione ese efecto colchón que amortigüe el contacto con el "palo".

Tradicionalmente, el relleno utilizado ha venido siendo la borra de lana, aunque también se pueden emplear otros materiales de similares características. En este sentido, no sería de extrañar, con el grado de especialización que está alcanzando el gremio, la irrupción en el mercado de otros nuevos componentes que lleguen a proporcionar, incluso, mejores resultados que los materiales empleados hasta ahora para el relleno.

La única recomendación en contra, sería la de no utilizar materiales de cuya ductilidad se dice que tiene memoria: Un material dúctil es aquel que tiene la capacidad de deformarse, sin llegar a romperse, cuando se ejerce sobre él una presión; y se dice que tiene memoria cuando es capaz de recobrar su forma original al cesar esa fuerza que lo deformó.

Entre estos materiales no recomendables para el relleno de la morcilla, estarían, por ejemplo, la esponja o la goma-espuma, ya que tienen mucha memoria, en el sentido que hemos explicado.

 

 

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Esponja3_edited.png
Esponja2_edited.png
Los materiales  dúctiles con memoria, como la esponja, vuelven a su forma original al cesar la presión que los deformó.

El porque de esta recomendación tiene todo que ver con la igualá de la cuadrilla y el reparto equitativo y uniforme del trabajo, factor que se me antoja decisivo para preservar la que debiera ser la máxima prioridad de todos los implicados en esto, pero, especialmente, de cualquier capataz: la Salud del Costalero.

Más, tampoco quisiera que se me mal interpretase y dedujerais de mis palabras que la Salud del Costalero va a depender de algo tan aparentemente ínfimo como el relleno de la morcilla; démosle a cada cosa su justa medida. Lo que, en realidad, trato de haceros ver, es que, en este oficio, cualquier detalle que podamos cuidar, por insignificante que nos resulte, siempre va a sumar, y al final, "muchos granitos de arena hacen un desierto"... La mayoría de los problemas con los que se encuentra el costalero para poder desarrollar bien su trabajo, tendrían una sencilla solución o, incluso, ni hubieran aparecido, a poco que se hubieran tenido en cuenta detalles tan simples y fáciles de atender como este del que hablamos, para lo cual, lógicamente, lo primero es tener conciencia de que detalles cuidar, y eso es, precisamente, lo que estoy tratando de desvelar.  

A lo que íbamos... aunque partamos de unas condiciones, a priori, perfectas (esto es, una buena igualá del capataz, y la ropa de toda la Cuadrilla hecha como Dios manda), dichas condiciones teóricas no van a tener una traducción real hasta que no toquemos "palo" y caigan los Kilos; es, entonces, cuando la ropa se acomoda y "El Trabajo" se asienta definitivamente en su sitio, dibujando lo que -ahora si- sería, en puridad, "La Cuna": la propia Trabajadera refrenda la igualá que hiciera el capataz y cada uno coge lo suyo... Y habiendo alcanzado ese punto ideal, en el que todo está donde y como tiene que estar, de lo que se trata ahora, obviamente, es de mantener esas condiciones "perfectas" durante toda la "corría", sin que nada cambie, en la medida de lo posible.

Costal fondo bonito2.jpg
CUNA COSTAL con trabajadera EDI BUENA2.j
CUNA Perfil Edi fondo amarillo buena_edi
Asentada la ropa por acción del palo y los Kilos, se forma la "Cuna" que,
en condiciones idóneas, da la medida exacta de tu trabajo junto al del resto de compañeros de Trabajadera 

Pues bien, esta es una de las razones -si no la principal- por la que se insiste tanto en que la ropa este bien hecha desde el principio, de manera que no tengas que hacértela de nuevo, perdiendo, entonces, la cuna inicial que el resto de la cuadrilla si mantiene desde la primera "levantá", por lo que, ahora, tu estarías desigualado respecto a los demás, al menos, hasta que tu "trabajo", si todo va bien, vuelva a asentarse, exactamente, en su sitio, quedando, entre tanto, expuesto a un posible sobre esfuerzo, cuando no, a un mayor riesgo de lesión.

 

Y, precisamente, ese es el mismo motivo por el que no es recomendable que el relleno de la morcilla tenga memoria: para que una vez hecha "la cuna", ésta se mantenga hasta el final, y no se pierda por mor de una morcilla que tienda a recobrar su forma y estado original, cada vez que nos salgamos del palo. 

CUNA Perfil Edi fondo amarillo buena_edi
Esponja2_edited.png
Una morcilla con memoria recobraría su forma original al salirnos de la Trabajadera

MEDIDAS DE LA MORCILLA: 

 

Al igual que dijimos para el costal, las medidas -en este caso, de la morcilla- son un factor muy a tener en cuenta si queremos contar con la herramienta perfecta que mejor se ajuste a nuestra particular morfología de cabeza y cuello, garantizándonos, así, unas condiciones optimas para el desarrollo de nuestro trabajo.

- El largo de la morcilla:  Esta dimensión va a depender del ancho de nuestro cuello, de manera que, cuanta más anchura tengamos de cuello, más larga habrá de ser la morcilla. Por otra parte, no podemos perder de vista la estrecha relación que existe entre costal y morcilla como piezas ensambladas de una misma herramienta, y, dado que la anchura de nuestro cuello ya ha sido tenida en cuenta, implícitamente, al establecer el largo personalizado de nuestro Costal, podemos afirmar que, en la adecuada proporción, cuanto más largo sea el costal que necesitemos, más larga habrá de ser la morcilla empleada para que el ensamble de ambas piezas sea el adecuado, y ello permita un ajuste perfecto de la ropa.

Captura de pantalla 2019-09-19 a las 12.
medidas morcilla.png
El largo de la Morcilla guarda una relación directa con el largo de nuestro Costal:
A más largo de Costal, más largo de morcilla.

Establecida, pues, la norma general, veamos, seguidamente, cual ha de ser el largo personalizado de la morcilla que vamos a necesitar, poniéndola en relación con nuestro Costal. 

Y aquí, permitidme un inciso: para que podáis seguir la explicación, es preciso que adelantemos a este momento, algunas cuestiones más propias del tema de "como hacer la ropa", por lo que luego las trataremos con más detenimiento, en el referido capítulo. Por ahora, baste con saber que, para hacernos el costal, primero lo extenderemos, completamente abierto, sobre una superficie plana, apoyándolo contra ésta por el anverso (es decir, la cara en la que el "saco" aparece forrado), de manera que nos quede a la vista la cara en la que la arpillera no lleva forro, y antes de enrollarlo a la morcilla, procederemos a doblarlo a modo de tríptico, para lo cual, dividiremos el costal, previamente, en tres partes iguales, a cada una de las cuales llamaremos "Paños".

Para explicarlo, tomaremos como ejemplo las mismas medidas que utilizamos anteriormente:

  • Así, si nuestro contorno de cabeza dijimos que era de 58 cm.,

  • El largo ideal de nuestro Costal debería ser de 114 cm: 58 x 2= 116 - 2 cm =114 cm.

  • Por tanto, cada uno de los tres paños mediría 38 cm.: 114/3= 38 cm.

largo costal.png
  • Hechas las 3 divisiones, procederemos a doblar el costal, Paño sobre Paño, desde los laterales (Paños 2 y 3) hacia el central  (Paño 1): 

    • En la imagen que sigue, hemos empezado doblando el Paño de la Izquierda (Nº 2) sobre el Nº 1, pero, igualmente, podríamos haber empezado por la derecha, esto es, doblando el Paño Nº 3 sobre el Nº 1.

costal paso 2.png
  • A continuación, efectuamos la misma operación con el otro paño lateral que nos falta por doblar.

    • Siguiendo el orden de las imágenes, ahora sería el Paño 3 el que doblaríamos sobre el Paño 2:  

costal paño 3.png
  • Expliquemos que, una vez doblado "el saco", como quiera que lo hemos hecho paño sobre paño, el lado de la frente con el que trabajaremos a partir de ahora, ha quedado reducido a la medida de un paño, esto es, 38 cm. (según el ejemplo que venimos manejando).

  • Con el Costal doblado, el paso siguiente ya será colocar la morcilla, que centraremos en la "zona de la frente", debiendo quedar libre, entre la morcilla y los extremos del costal, el hueco de dos dedos -esto es, unos 4 cm.- por cada lado, al objeto de poder remeter la tela de las vueltas, una vez que empecemos a enrollar el costal a la morcilla (como veremos a su debido tiempo).

  • Y llegados a este punto, ya podemos determinar, con exactitud más que aceptable, el largo idóneo para nuestra morcilla, pues, si la medida del Paño con el que vamos a trabajar es 38 cm. y le quitamos 8 cm (4  por cada lado) para el hueco de las vueltas, la morcilla que utilicemos habrá de tener 30 cm. de largo

costal paño 1.png
  Largo Morcilla = (Largo Costal / 3 paños) - 8 cm 

 

Aunque la explicación haya sido un tanto prolija, he querido ir paso a paso para que conocieseis el procedimiento por el que se obtiene, con certeza, el largo personalizado de nuestra morcilla, si bien, ahora que ya no os va a suponer ninguna cuestión de fe, podríamos extraer, de toda esta explicación, una fórmula que nos llevará al mismo resultado de manera inmediata, sin tener que pasar por todos estas operaciones previas, siempre, eso si, que conozcamos, de antemano, el largo idóneo de nuestro Costal -lo que, a estas alturas, no debería suponernos ya ningún problema- :

 

Así, siendo el largo ideal de nuestro costal, en el ejemplo que hemos venido proponiendo, de 114 cm., la aplicación de la fórmula anterior sería:

LLargo Morcilla = 114 / 3 = 38 - 8 = 30 cm  

 

 

- Ancho (o Diámetro) de la morcilla: Al ser esta "almohadilla" un cuerpo cuasi-cilíndrico, podemos hablar, indistintamente, de ancho o de diámetro, para referirnos a esta dimensión que es la que va a determinar, en resumidas cuentas, el grosor de la morcilla. Y es aquí cuando tenemos que hacer otra observación importante:

Si por venir separados, considerásemos cada uno de los elementos que componen nuestra herramienta de forma independiente, y dado que la morcilla es la que va a proporcionarnos ese efecto colchón del que venimos hablando, por lógica, cabría pensar que, a mayor grosor de ésta, mayor grado de amortiguación. De ahí, que sea muy común llegar a la errónea conclusión de que la Morcilla, "cuanto más gorda, mejor" -sobre todo, si ha sido nuestra madre quien ha recibido el encargo de hacérnosla-.

Como podréis suponer, el fallo de este razonamiento está en la premisa de partida, pues, en modo alguno podemos considerar el Costal y la Morcilla como elementos independientes el uno del otro, ya que nuestra herramienta solo alcanzará su funcionalidad como tal, una vez que se produzca el ensamble perfecto entre ambas piezas, lo que difícilmente conseguiremos si sus medidas no guardan la adecuada proporcionalidad.

 

Así las cosas, una morcilla excesivamente ancha, llegado el momento de enrollarla al "saco", va a exigir unas vueltas de costal de un mayor diámetro, y esto -entre otros defectos en la ropa hecha- provocará, en última instancia, que la cuna resultante tenga un grosor desproporcionado, siendo mucho peor, frente al pretendido beneficio de la amortiguación, el perjuicio que nos causará un "Trabajo" que, por su extremada anchura, nos ocupe mucho cuello, quedándonos, casi con toda seguridad, más alto de lo debido (esto es, por encima de la 7ª vertebra cervical).

Desmontada, pues, esta falsa creencia de que cuanto más gruesa mejor, estamos en condiciones de indicar que, en base a la experiencia, la mayoría de las fuentes consultadas coinciden en establecer el ancho universal para cualquier morcilla, en torno a los 3,5 cm. 

MORCILLA 1 GRANDE.png
Largo Personalizado
Ancho = 3,5 cm

HACERSE LA ROPA:

Su Importancia.

Llegados a este punto, es el momento de abordar uno de los temas capitales para el costalero: la técnica de "hacer" y "tirar" el Costal.

De su correcto aprendizaje y puesta en práctica va a depender, en gran medida, el desarrollo de nuestro trabajo individual en las mejores condiciones de comodidad y protección, lo que, a su vez, repercutirá en las condiciones de trabajo del resto de compañeros de trabajadera y, por ende, de toda la Cuadrilla.

Por eso, antes de entrar en materia, quisiera ser capaz de transmitiros la importancia de aprender a hacernos bien el costal, y no se me ocurre mejor manera que enumeraros los muchos y relevantes aspectos que van a estar condicionados por la "ropa" y que marcan la diferencia entre trabajar con un Costal bien o mal hecho:

  • La Comodidad en el trabajo: os garantizo que no hay nada más incomodo que trabajar con un costal que se nos mueva continuamente, o que nos apriete demasiado, o que se nos deshaga cada dos por tres, o que tenga arrugas que se nos claven como agujas... complicando, aún más, unas condiciones de trabajo que, ya de por si, son difíciles bajo un Paso.  

  • La Funcionalidad del Costal: difícilmente, un costal que se deshaga o que no caiga en su sitio, podrá cumplir su función de proteger nuestra zona de trabajo. 

  • La Concentración: que es fundamental siempre, pero más aún, en determinadas maniobras críticas como pueda ser la levantá. Creo que todos intuiréis lo que puede pasar si, en esos momentos de máxima tensión, estamos más pendientes de que no se nos deshaga el costal, que de la propia maniobra en si y su ejecución.

  • La Igualá y el reparto equitativo de los Kilos: los capataces igualamos por palos tomando como referencia la 7ª vertebra cervical, de manera que, una misma trabajadera, estará formada por costaleros cuya vertebra prominente se sitúe a la misma altura. Si una vez tirado el costal, "el trabajo" queda por encima o por debajo de esa 7ª vertebra, la igualá realizada previamente no habrá servido para repartir equitativamente los kilos.

  • El rendimiento y la dosificación de fuerzas: en estrecha relación con lo anterior, un costal alto hará que cojamos más de lo debido, y, aunque en principio sea soportable, estaremos sometidos a un sobre esfuerzo que, a la larga, nos pasará factura a todos, pues, si como consecuencia de esa sobre carga flaquean tus fuerzas, será el resto de compañeros quienes se coman tus Kilos, de igual manera que pasará si tu costal te queda bajo. 

  • La Higiene postural: como veremos en su momento, la adopción de las posturas correctas durante el trabajo, va a ser un factor determinante para prevenir el riesgo de lesiones. Pues bien, un costal que peque tanto de alto como de bajo, obligará a que, para acomodarnos al palo, rectifiquemos la que sería la adecuada postura de trabajo. 

Haciendo la Ropa.JPG

Tened muy presente que, a la postre, todos estos aspectos que os acabo de mencionar -y algún otro que se me haya podido escapar- relacionados con la ropa, van a incidir muy directamente en lo más importante de todo: vuestra salud

La Técnica.

La Técnica para hacer un costal no es, en si misma, complicada. Lo que si es cierto, es que se requiere mucha práctica hasta llegar a un punto en el que, siempre que nos hagamos la ropa, el ajuste sea perfecto. No se trata de acertar unas pocas veces, sino de tener dominada la técnica y su ejecución de forma tal que, cada vez que nos la hagamos, nos encaje como un guante en la cabeza, con la visera bien fijada a la frente, sin que se nos mueva, pero que tampoco nos apriete en exceso; con la tensión necesaria en las vueltas y el número justo de ellas, para que la herramienta tenga consistencia y no se nos deshaga, permitiendo, a la vez, que "el trabajo" caiga siempre en su sitio y, por supuesto, que no haya arrugas... Como comprenderéis, este grado de destreza no se consigue haciéndonos el costal en los cuatro ensayos de Cuaresma.

Por eso, y aún a riesgo de resultar reiterativo, insistiré, una vez más, en las dos ideas fundamentales que resumen todo lo hablado en este capítulo:

  • La importancia de contar con un buen Costal, que tenga las medidas apropiadas para cada uno de nosotros.

  • La necesidad de aprender a hacernos muy bien la ropa, practicando cuanto sea necesario, hasta que le tengamos bien cogida la medida -nunca mejor dicho-.    

Y ahora si, paso, sin más dilación, a mostraros, en el siguiente vídeo, como se hace y se tira un costal:

CUIDADO Y CONSERVACIÓN DEL COSTAL

Para completar este primer capítulo dedicado a la principal herramienta del Costalero, creo que sería bueno aportar algunos consejos sobre el tratamiento que debemos dispensar a nuestro Costal para que nos dure el mayor tiempo posible en perfecto estado, teniendo en cuenta, no obstante, que no existe una regla general para determinar su duración, pues ésta dependerá de muchos factores, tales como la calidad de los materiales y de su confección, la frecuencia en su utilización, el cuidado con el que lo tratemos...

En última instancia, la respuesta a la pregunta ¿cada cuanto tiempo debemos cambiar de costal?, aunque de Perogruyo, se me antoja clara: Cuando el costal alcance un grado de deterioro tal que deje de cumplir su función de protección y/o no nos permita trabajar ya con comodidad. Entre los síntomas que nos avisan de que ese momento ha llegado, estarían:

  • que se vayan perdiendo las costuras del saco, lo que hará que comience a deshilacharse. 

  • que el tejido haya dado tanto de si que, ahora, el costal nos quede muy holgado, y/o el "trabajo", que antes nos caía perfecto en el sitio sin moverse, ahora se nos baje con suma facilidad.

  • que la arpillera esté tan regastada que resbale en el palo, y/o nos escupa de la trabajadera.

- Tratamiento de un Costal nuevo: Aunque muchos costales ya vienen de fabrica con el tejido tratado, de manera que podríamos usarlo directamente, tal y como lo adquirimos, lo normal es que, al principio, el saco esté excesivamente rígido, y ello, además de conferirle un tacto poco agradable que nos reste comodidad en el trabajo, sobre todo, dificultará su manejo a la hora de hacérnoslo y conseguir su ajuste perfecto.

En estos casos, para ablandar un costal nuevo antes de usarlo por primera vez, se recomienda seguir los siguientes pasos:

  1. Introducir el Costal en un barreño con agua fría y un poco de suavizante, y dejarlo en remojo.

  2. Al cabo de unas cuantas horas, tenderlo horizontalmente sin doblar en el cordel, secándose al aire, sin emplear calor o secadora.

  3. Plancharlo al vapor, a temperatura media. 

- Tratamiento de un Costal usado: Lavado, secado, planchado y guardado.

Aunque muchos costales ya vienen de fabrica con un tratamiento en el tejido que permite su uso nada más adquirirlo, lo normal es que, al principio, el saco esté excesivamente rígido, y ello, ademas de conferirle un tacto poco agradable, dificultará su manejo a la hora de hacérnoslo para conseguir su ajuste perfecto. En estos casos, para ablandar un costal nuevo antes de usarlo por primera vez, se recomienda:

  1. Introducir el Costal en un barreño con agua fría y un poco de suavizante.

  2. Al cabo de unas cuantas horas en remojo, tenderlo horizontalmente sin doblar en el cordel, y dejarlo secar al aire, sin emplear calor o secadora.

  3. Plancharlo al vapor a temperatura media.

 

LA FAJA

CONSIDERACIONES PREVIAS

Centrándonos solo en la mecánica de la actividad a desarrollar, a nadie se le escapa que, el de Costalero, es un trabajo de carga que requiere de un notable esfuerzo físico, siendo la espalda -junto con las piernas- la parte de nuestro cuerpo con mayor grado de implicación en dicho trabajo y, por tanto, la más susceptible de lesión; de ahí, que La Faja se distinga como otra de las herramientas importantes para el costalero pues, usada correctamente, nos ayudará a disminuir ese riesgo de lesiones dorsales. 

No obstante, y antes de entrar en materia, debemos tener claro que, aún siendo importante la ayuda que nos puedan proporcionar herramientas como ésta, al final, no dejan de ser solo eso, una ayuda más. Pecaríamos de ilusos si pensásemos que, por el simple hecho de usarlas, ya íbamos a estar suficientemente protegidos. Aún a riesgo de resultar reiterativo, he de recalcar que éste es un oficio muy exigente, del que únicamente saldremos airosos en la medida en que seamos capaces de ejercerlo con la máxima profesionalidad, y ello -desde mi particular percepción- requerirá, además del uso correcto de estas herramientas, el dominio de la técnica asociada a nuestro trabajo y, por supuesto, una adecuada  Preparación Física.

Solo la conjunción de estos tres factores -a los que se irá sumando, poco a poco, la experiencia- nos permitirá alcanzar ese grado de excelencia profesional que, a la postre, se nos revelará como la mejor manera de disminuir el riesgo de lesiones y preservar nuestra salud.

FAJA TRADIDICONAL de costalero

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

- La Faja de tela tradicional

Como en otros tantos aspectos de nuestro "oficio", en esto, también la experiencia ha precedido a la ciencia, pues aquellos antiguos estibadores del Puerto -origen de las cuadrillas profesionales de costaleros- no serían hombres muy leídos, ni sabrían muy bien el porqué, pero si algo tenían claro, por propia experiencia, es que sujetarse bien los riñones para su faena diaria de carga y descarga, les aliviaba lo suyo.  

De toda la vida, la costalería ha venido utilizando como faja, una pieza de tela, por lo general, de algodón, lo suficientemente larga (unos 3 metros) como para permitir varias vueltas alrededor de la cintura, y, a su vez, bastante ancha (unos 30 cm. más o menos) a fin de proteger buena parte de la espalda.

Como podréis imaginar, Más allá de ningún criterio científico, Esto ha sido así de siempre, y así se ha ido transmitiendo, de generación en generación, hasta nuestros días, anchura que, por excesiva, está siendo desaconsejada, hoy en día, por muchos especialistas en la materia, como luego veremos.

Y es que, pese a su evidente simpleza, no estamos ante un mero trozo de tela que, enrollado a la cintura, viene a completar el atuendo típico del costalero. Técnicamente, la faja es un tipo de "Ortesis", nombre especializado que, en Ortopedia, reciben aquellos artilugios o mecanismos que se aplican a nuestro cuerpo como ayuda externa para corregir o prevenir determinados problemas funcionales o estructurales del sistema musculoesquelético. Por tanto, la faja, como cualquier otra ortesis, va a tener una finalidad ortopédica -en este caso, la prevención de posibles lesiones de espalda-,  y esto exige que prestemos la atención debida en lo que a su correcta utilización se refiere, pues, a sensu contrario, su uso inadecuado podría resultar contraproducente.

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Faja tradicional de algodón

- La Función de la Faja

Como es bien conocido, la Columna Vertebral es el soporte que mantiene nuestro cuerpo erguido, estabilizando el tronco frente a la fuerza de la gravedad, a la vez que permite y articula su movimiento. Para cumplir estas funciones
Este resistente pilar óseo va a estar reforzado por potentes músculos que actúan de sostén, proporcionando a la Columna la sujeción necesaria para que pueda cumplir su función. Así, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la Columna.

En esta acción de sostén, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la columna, de manera que una musculatura abdominal potente compensará la tensión que ha de soportar la musculatura dorsal. 

Pues bien, ese es precisamente el objetivo principal de una faja lumbar: ayudar a mantener la posición adecuada de la columna lumbar, disminuyendo la carga de trabajo que ello supone para la musculatura de la espalda. 

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

Técnicamente hablando, la Faja es un tipo de "Ortesis", nombre que, en Ortopedia, reciben aquellos mecanismos o artilugios que se aplican a nuestro cuerpo como ayuda externa para corregir o prevenir determinados problemas funcionales o estructurales del sistema musculoesquelético.

Con esta alusión técnica, pretendo situar la herramienta en el lugar que realmente le corresponde, pues, pese a su tradicional sencillez, no estamos ante un simple trozo de tela que, enrollado a la cintura, viene a completar el atuendo típico de Costalero. Como cualquier otra ortesis, la faja va a tener una finalidad ortopédica -en este caso, de prevención de ciertas lesiones de espalda- y ello requiere que prestemos la debida atención en lo que a su correcta utilización se refiere, ya que, a sensu contario, su uso inadecuado podría resultar contraproducente.

Algunos tipos de Ortesis

- LA FAJA LUMBAR Y SU FUNCIÓN ESTABILIZADORA DE LA COLUMNA VERTEBRAL:

Como es bien conocido, la Columna Vertebral es el soporte óseo que mantiene nuestro cuerpo erguido, estabilizando el tronco frente a la fuerza de la gravedad, a la vez que permite y articula su movimiento.
Este resistente pilar óseo va a estar reforzado por la acción conjunta de potentes músculos que actúan de sostén, proporcionando a la Columna la sujeción necesaria para que pueda cumplir su función. Así, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la Columna.

En esta acción de sostén, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la columna, de manera que una musculatura abdominal potente compensará la tensión que ha de soportar la musculatura dorsal. 

Pues bien, ese es precisamente el objetivo principal de una faja lumbar: ayudar a mantener la posición adecuada de la columna lumbar, disminuyendo la carga de trabajo que ello supone para la musculatura de la espalda. 

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