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El Oficio de Costalero

HERRAMIENTAS

Herramientas
HERRAMIENTAS DEL COSTALERO:
La Ropa

Como, sin duda, coincidiréis conmigo, para cualquier profesional que se precie, sea cual sea su oficio, resulta fundamental el conocimiento y dominio de las herramientas necesarias para realizar su trabajo. De ahí, que debamos comenzar hablando de la Ropa, pues bajo esta denominación genérica tan propia de nuestro argot, se incluyen las únicas herramientas con las que vais a contar bajo el "palo", y de cuya correcta utilización va a depender, en gran medida, el desarrollo de vuestro trabajo en las mejores condiciones.

Aunque, en un sentido amplio, la ropa abarcaría muchos y variados elementos, habría que distinguir entre aquellos que son primordiales: el Costal con su Morcilla, la Faja y el Calzado; y aquellos otros más accesorios (pantalón, camiseta, calcetines...) que, no obstante, también van a tener su relativa importancia, como veremos.  

A continuación, hablaremos detenidamente de todos ellos, no sin antes, insistir en la importancia de contar con unas buenas herramientas que, además, sepamos utilizar correctamente.

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bambas costalero.png
LA ROPA.jpg

 EL COSTAL 

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

De los distintos elementos que conforman la ropa, El Costal constituye, sin duda, la principal herramienta del Costalero, hasta el punto de dar nombre a quienes ejercen el arte y oficio de "Sacar Pasos"...

... de sacar Pasos a costal, habría que añadir, pues no podemos olvidar que, dentro de nuestra rica y variadísima Semana Santa, existen muy diferentes formas de llevar los Pasos.

Se sabe que el Costal ya era utilizado para tal menester, al menos, desde el siglo XVII, gracias al hallazgo del profesor Teodoro Falcón, quien, en 1982, durante sus trabajos de restauración de los archivos de la Catedral de Sevilla, encontraría un grabado que hoy conocemos como el de "los tres Facchini del Corpus", datado en 1686, y cuya importancia radica en ser prueba fehaciente de la existencia de Cuadrillas de Costaleros ya en aquella época.

COSTAL FORRO VERDE y MORCILLA editado.pn
Los 3 Facchini 1668.jpg
* Grabado de los 3 Facchini (1686), hallado por el Prof. Teodoro Falcón.- Al pie reza una leyenda en Italiano, cuya traducción literal es:
"Mozos que llevan la Custodia con el Stmo. Sacramento en la Procesión que se hace en Sevilla el día del Corpus Christi".

Pese a su lógica evolución por el paso del tiempo, el Costal no ha dejado de ser, en esencia, un lienzo de tejido más o menos grueso que, convenientemente enrollado a una almohadilla cilíndrica -la morcilla-, arman una especie de "bacinete" de tela, que se ajusta a la cabeza desde la frente -a la altura de las cejas-, prolongándose hasta más allá de la cerviz, para proteger la zona de trabajo del Costalero situada sobre la séptima vertebra cervical.

Habría que puntualizar que, en nuestro argot, tan dado a la sinécdoque, unas veces hablamos de "costal" queriendo aludir a nuestro principal utensilio de trabajo en su conjunto, y otras, en cambio, solo nos estamos refiriendo al lienzo de tela, como uno de los elementos que componen la herramienta, diferenciándolo del otro, que sería la Morcilla.

En cualquier caso, lo que me interesa resaltar en este momento, es que ambos elementos -costal y morcilla- vienen por separado, de manera que, para poder utilizar la herramienta como tal, se requiere una operación previa de montaje que, en nuestro mundillo, es a lo que llamamos "hacer(se) el costal"  o, más comúnmente -en otro claro ejemplo de sinécdoque-,"hacer(se) la Ropa".

Dicha operación, como apuntábamos al principio, va a consistir, básicamente, en ensamblar estos dos elementos, enrollando, en la forma debida, el costal a la morcilla, para componer, así, la que será nuestra principal y personalísima herramienta de trabajo, que deberá ajustarse perfectamente a nuestra morfología, teniendo en cuenta nuestras particulares medidas de cabeza y cuello.   

 

El conseguir ese ajuste perfecto al hacernos la ropa es uno de los puntos críticos para el trabajo del Costalero, que requiere un cierto conocimiento y destreza técnicos, por lo que trataremos este apartado en profundidad, más adelante. 

7ª Vertebra cervical  o Prominente , de la que dice Antonio Santiago "fue puesta por Dios para llevar Pasos"

 

El ensamble de costal y morcilla va a conformar una especie de protuberancia acolchada, a la que llamamos "el trabajo", pues, sobre esta parte, en concreto, deberá descansar el palo cuando estemos trabajando. También se le llama "la cuna" por la forma que "el trabajo" dibuja cuando se asienta, a medida que caen los kilos.

Será en una fase posterior, la de "Tirar el Costal", cuando procedamos a colocarnos la "ropa" hecha previamente, ajustándonos la "visera" a la frente y llevando "el trabajo" hasta la séptima vertebra cervical, de manera que, la herramienta, pueda cumplir, así, su principal función de amortiguar el contacto de la trabajadera sobre nuestra cerviz.

LA ELECCIÓN DEL COSTAL: Tipos y Medidas.

 

A pesar del paso del tiempo, el Costal se ha mantenido impertérrito hasta nuestros días, pues, el propio tiempo se ha encargado de demostrar que es la herramienta que mejor se adapta a nuestra particular manera de llevar los pasos, cumpliendo, a la perfección, su cometido principal, que no es otro que el de proteger nuestra zona de trabajo, amortiguando el apoyo de la trabajadera sobre la cerviz. 

Y aunque en esto no haya cambiado, si que ha habido -como podréis suponer- una lógica evolución, tanto en la calidad de los materiales empleados, como, sobre todo, en su confección y acabado, ahora, mucho más cuidada que en antaño, lo que, por otra parte, tampoco es de extrañar si echamos la vista atrás hasta aquellos tiempos en los que el Costalero se hacía su propio costal, y con el tejido que -independientemente de su idoneidad- se tuviera más a mano: Una sabana, una manta vieja de casa, un saco rajado por la mitad y garrapiñado de sabe Dios donde... De ahí que, como señala Emilio Velázquez Mijarra, en su obra Léxico de Capataces y Costaleros, antiguamente, era usual referirse al costal como "la manta" o "el saco". 

Aprovechando la alusión al "saco", diremos que esta denominación del costal aún se sigue utilizando hoy en día, pues, no en balde, la "arpillera" o tela de saco continua siendo el material básico empleado en su elaboración, y ello es así porque, junto al grosor y resistencia de este tejido, su textura, rugosa y áspera, le confiere un valor añadido, al impedir que el costal resbale en la trabajadera, facilitando su fijación al palo durante el trabajo. 

El grado de especialización en su fabricación ha llegado hasta tal punto que, sin dejar de ser la misma herramienta, podemos encontrar en el mercado múltiples variantes: 

- costales clásicos y costales en "L", con o sin filos (dobladillos);

- con arpillera de distintos materiales (lino, cáñamo, yute...) y diferente grosor (trama simple o trama doble);

- con forros, igualmente, de distintos tejidos y colores... Y por supuesto, hasta

- costales personalizados (con el escudo de la Hdad., la foto de los Titulares, etc.).

Así las cosas, no creo equivocarme al afirmar que, donde más se ha notado la evolución -a mejor- de la herramienta, ha sido, sobre todo, en su confección.  Y es que, de un tiempo a esta parte, podemos encontrar en el mercado, verdaderos especialistas en la fabricación de costales, que cuidan, al detalle, su acabado, de manera que ya todos vienen perfectamente rematados con un forro -por lo general, de algodón- más suave al tacto que la arpillera, y que, cuidadosamente cosido a ésta,  la refuerzan con unos "filos", a modo de dobladillo, que impiden que la tela de saco se deshilache por sus extremos, cubriéndola, además, por aquellas partes que entran en contacto con la piel del costalero para evitar, así, el roce de la áspera estopa... Y, puestos a rizar el rizo, hay fabricantes que, incluso, le añaden estudiadas costuras en la zona de la frente para proporcionar una mayor sujeción de la visera.

COSTAL .png
Anverso y Reverso de un Costal clásico, forro de algodón blanco con filos y costuras en la zona de la frente.
Costal clásico y con filos
Costal Clasico liso_edited_edited.png
Costal Clasico liso_edited.png

Con tanta diversificación, pudiera parecer complicado decantarse por la mejor opción, sobre todo, si llevamos poco tiempo en esto y no hemos tenido oportunidad de probar diferentes tipos de costal. 

Por ir reduciendo el abanico de posibilidades, y dejando al margen la calidad de los materiales utilizados, señalaremos que, en la práctica, las diferencias más significativas que encontramos en los costales, vienen dadas, principalmente, por solo dos factores:

  1. La trama que presenta el saco, lo que nos hace distinguir entre arpillera de Trama Simple y arpillera de Trama Doble. 

  2. La cantidad de tela utilizada para forrar dicho saco, lo que da lugar a la diferenciación entre Costales Clásicos y Costales en "L".

De la combinación de estas opciones de trama y forro, surgen los cuatro tipos de costales que,​ básicamente, podemos encontrar en el mercado:

  • Costal Clásico:

    • de trama simple. ​

    • de trama doble.​

  • Costal en "L"  

    • de trama simple.

    • de trama doble.

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Costal Clásico
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Costal en "L"

Desde ya os digo, que la elección de un tipo u otro no debe ser una cuestión que os raye, puesto que, hoy en día, cualquier costal medianamente buenecito (en materiales y confección), va a cumplir perfectamente sus funciones de amortiguación y fijación al palo, que, a la postre, es lo que importa, por lo que el tipo de costal -en mi opinión- tampoco va a ser un factor tan determinante a la hora de poder desarrollar nuestro trabajo en las mejores condiciones. El decantarse, pues, por alguna de las variantes que hemos señalado, se me antoja, más bien, una cuestión de comodidad y preferencia personal.

No obstante, permitidme unas breves pinceladas sobre la materia, para que, al menos, sepáis diferenciar los distintos tipos de los que hemos hablado:

1. Diferenciación según la Trama del Saco: 

La trama es el entrelazado vertical y horizontal de hilos (de estopa) que, a modo de cuadrícula, conforman una pieza o lienzo de arpillera. Así, tenemos:

  • Arpillera de Trama Simple: Cuando cada cuadricula de ese entramado se confecciona con un solo hilo vertical que se cruza con un solo hilo horizontal. Éste ha sido el tipo de trama utilizado habitualmente.​

  • Arpillera de Trama Doble: En este caso, la trama se confecciona con el entrelazado de un hilo horizontal que se cruza con dos hilos verticales, o viceversa, lo que, obviamente, confiere un mayor grosor al saco.

La trama doble ha irrumpido en el mercado más recientemente, y no sin cierta controversia:

Quienes argumentan en su favor, dicen que, al ser más gruesa, ofrece una mayor protección de la cerviz, pues amortigua mucho más el contacto con la trabajadera. Además, este grosor proporcio-na a la cuna una base más amplia de apoyo para la trabajadera, por lo que resulta más difícil salirse del palo.

Por el  contrario, sus detractores -que no son pocos- afirman que, precisamente, este mayor grosor y porosidad de la trama, es lo que provoca que, al hacernos la ropa, las vueltas sobre la morcilla no queden tan prietas, y ello trae consigo que el costal se deshaga con más facilidad, y/o que "el trabajo" vaya cediendo y termine bajando más allá de su sitio, echando por tierra cualquier igualá, por buena que ésta fuera inicialmente. 

arpillera deshilachada2.jpg
Trama o entrelazado de hilos de estopa que dan lugar
a un trozo de arpillera
TRAMA SIMPLE.png
Trama Simple:
1 hilo horizontal x 1 hilo vertical
TRAMA DOBLE.png
Trama Doble:
1 hilo horizontal x 2 hilos verticales

2. Diferenciación según la amplitud del Forro: 

Antes que nada, puntualizar que las diferencias que se dan en los costales según lleven un forro completo o un forro en "L", se hacen visibles solo en su cara anterior o anverso (que es la que apoyaremos contra el suelo a la hora de hacernos la ropa).

La cara posterior o reverso viene a ser igual en cualquier tipo de costal, ya que, en esta cara, solo la Zona de la Frente irá forrada, mientras que el resto del saco aparece al descubierto (excepción hecha de sus posibles remates o "filos").

costalmedidas.png
El Reverso es siempre igual, con independencia del tipo de Costal: la Zona de la Frente forrada y el resto de la arpillera al descubierto.

Hecha esta puntualización, entremos en detalles...

Como veníamos diciendo, según la amplitud del Forro, tendríamos dos tipos de Costales: 

  • Costal Normal o Clásico: El anverso del costal aparece completamente forrado, de manera que la arpillera no se ve al estar totalmente cubierta por la tela que hace de forro. 

Los partidarios de esta variante, argumentan, fundamentalmente, que, al llevar más tela, el costal adquiere cuerpo y tiene una mejor caída que favorece el ajuste de la ropa y, por ende, la comodidad en el trabajo, imposibilitando, asimismo, cualquier roce de la piel con la áspera tela de saco.  

  • Costal en "L": En esta modalidad (y siempre hablando del anverso), el forro solo cubre aquella parte de la arpillera que entraría en contacto con el cuerpo del costalero, por lo que hay parte del saco que, al no ser necesario forrar, queda al descubierto, dibujando, así, una " L".

Los argumentos a favor de esta variante son que, el ahorro de tela innecesaria, hace que este costal sea más ligero y manejable, favoreciendo la adecuada tensión de las vueltas sobre la morcilla para que el costal no se deshaga, disminuyendo, además, la posibilidad de arrugas y mejorando, notablemente, su transpiración.

COSTAL CLÁSICO / COSTAL EN "L"
Anverso de un Costal Clásico
costal-arpillera-negro cara anterior.png
En el Costal Clásico, el forro cubre la arpillera completamente.
Anverso de un Costal en "L"
COSTAL EN L .png
En el Costal en "L" el forro solo cubre la parte de la arpillera que entra en contacto con la piel del Costalero. 

 

Con estas notas, creo que es más que suficiente para que os hagáis una idea de los tipos de costales que, básicamente, podemos encontrar.

Hay, no obstante, un último detalle que no quiero pasar por alto, y del que no he hablado antes, pues no creo que sea definitorio de ninguna otra modalidad de costal, como tampoco cabría hablar de diferentes tipos de costales en función de su color, por ejemplo. El detalle al que me refiero es el remate de la arpillera: 

Ya hemos visto que la tela de saco que sirve de base a nuestra herramienta, es un entramado de hilos de estopa; si dicha trama no viene rematada por sus extremos, los hilos quedan sueltos y, más pronto que tarde, la arpillera se deshilachará, lo que supondrá la muerte del costal. Así pues, el saco siempre ha de venir rematado con un adecuado pespunte, que refuerce todo su contorno evitando que los hilos de la trama queden sueltos. 

Arpillera con borde deshilachado.jpg
Arpillera sin rematar por su extremo superior
Lienzo de Arpillera_edited.png
Arpillera rematada en todo su contorno

​Pues bien,

  • Cuando las costuras que sirven de refuerzo, se realizan directamente sobre la arpillera, se habla de costal sin filos. 

  • Cuando el refuerzo viene dado por la tela del forro, cosida a la arpillera a modo de dobladillo en el que va embutido el saco, se habla de costal con filos.

Con independencia del tipo de refuerzo que escojáis, lo realmente importante es cerciorarnos de que la arpillera venga perfectamente rematada con un buen pespunte que no escatime en puntadas e hilo.

Costal en L sin filos posterior.png
Costal sin Filos: el pespunte de refuerzo se hace sobre la propia arpillera
costal blanco en L abierto editado.png
Costal con Filos: el forro va cosido a la arpillera como dobladillo

Llegados a este punto, me reitero en la afirmación de que la elección del tipo de costal, más que un factor determinante para el trabajo del costalero, es una cuestión de comodidad y preferencia personal. 

En mi opinión, si que existe otro factor mucho más relevante a la hora de adquirir un costal, y al que, sin embargo, no siempre se le presta la atención que merece. Me estoy refiriendo a las medidas que han de tener tanto el Costal como la Morcilla que utilicemos. Creedme si os digo que este factor puede marcar la diferencia entre contar con la herramienta perfecta o, por el contrario, con una que, ya desde el principio, nos de problemas. 

Ya se ha dicho que el ajuste perfecto de la ropa es fundamental para que el costalero pueda desarrollar su trabajo en las mejores condiciones de comodidad y protección, y es verdad que para conseguirlo se requiere un adecuado dominio de la técnica de "hacer" y "tirar" el costal. Sin embargo, creo que, habitualmente, se ha venido cometiendo el error de poner todo el énfasis del ajuste de la ropa en el manejo de la técnica, estando muy extendida entre la costalería, la idea de que, si el costal nos venía como un guante, era porque estaba muy bien hecho y mejor tirado, mientras que si nos daba problemas, ello era sinónimo de ropa mal hecha. Pudiendo ser verdad tales afirmaciones, desde mi punto de vista, no dejan de ser una simplificación un tanto equivoca de la cuestión, pues para que dicho planteamiento sea del todo cierto, no podemos obviar la primera y fundamental de las premisas: Contar con la herramienta apropiada.    

Efectivamente, resulta innegable que, el hacerse bien la ropa, va a ser condición necesaria para el buen trabajo del costalero, pero, en modo alguno será condición suficiente, pues por mucha destreza que tengamos haciendo costales, de poco nos va a servir tanta pericia si nuestra herramienta es, de partida, defectuosa, por no tener las dimensiones adecuadas, en función de nuestras particulares medidas de cabeza y cuello:

Así, si un costal nos viene excesivamente grande, aún con el manejo virtuoso de la técnica, será difícil ajustarlo para que no nos baile en la cabeza y que, a la vez, la cuna nos caiga en su sitio sin que se nos desplace.

Y si, por el contrario, el costal es pequeño, es posible que, con algún que otro recurso técnico, consigamos que al final nos encaje en la cabeza, pero, casi con toda seguridad, ello será a costa de que "el trabajo" se nos quede alto, ya que la falta de tela impedirá que tenga recorrido suficiente como para bajar hasta la séptima vertebra. 

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Consecuencia de un Costal pequeño: El trabajo se queda muy alto.

En conclusión, siendo imprescindible para el costalero el dominio de la técnica de hacer la ropa, lo primero es contar con una herramienta como Dios manda, que tenga las medidas idóneas para cada uno de nosotros, cuestión ésta, que desentrañaremos seguidamente.

LAS MEDIDAS DEL COSTAL: el largo y el ancho.

Al hablar de este tema, lo primero que debemos tener claro es a que llamamos largo, y a que, ancho ; recalco esto porque es muy frecuente confundir los términos, de manera que, lo que para unos es el largo, para otros es el ancho, y vicerversa... y así no hay forma de entenderse. Aclaremos, pues, que, en esto, no hay lugar a discusión, en tanto que se tratan de conceptos de geometría básica: en cualquier figura rectangular representada en un plano horizontal (como sería el caso de un costal extendido sobre el suelo), y con independencia de su posición, el largo viene dado, siempre, por el lado de mayor dimensión, mientras que el lado menor será el ancho. 

La segunda premisa que debemos sentar es que, lo que hablemos aquí sobre las medidas, lo será en relación con el costal abierto, detalle éste que quiero puntualizar porque, como luego veremos, a partir de estas medidas, llegará un momento, al tiempo de hacernos la ropa, en el que debamos trabajar con el costal doblado.

Pues bien, dicho esto, y para que no haya lugar a error posible, estableceremos la siguiente referencia: si abrimos un Costal sobre una superficie horizontal, lo pongamos como lo pongamos (esto es, visto de frente o de lado), el largo nos lo va a marcar, siempre, la "zona de la frente"  tomada de extremo a extremo del costal:

Costal Negro texto ancho y largo.png
Costal abierto, visto de frente
COSTAL3 BLANCO ABIERTO fechas largo y an
Costal abierto, visto de lado

Hechas estas aclaraciones, prosigamos con el tema de las medidas personalizadas que requiere nuestro costal:

- Largo del Costalesta dimensión es la que va a estar directamente relacionada con nuestra particular medida de perímetro craneal, de manera que, como podréis intuir, de ella va a depender que el costal pueda ajustarse perfectamente a nuestra cabeza y, a la vez, permita que la cuna tenga recorrido suficiente para bajar hasta la 7ª vertebra cervical.

Así, si el largo fuera mayor del que necesitamos, el costal nos quedaría excesivamente holgado y nos bailaría, al no quedar ajustado a cabeza y frente, además de que el "Trabajo" tampoco quedaría fijado a su sitio, terminando por bajarse más de la cuenta.

Por el contrario, si el costal no tuviera el largo suficiente, de acuerdo con nuestro contorno cefálico, ocurriría que, o no nos entraría en la cabeza o, de hacerlo, sería a costa de que el "Trabajo" quedase alto al no haber tela bastante para que baje hasta su sitio.

  • La mayoría de las fuentes consultadas coinciden en que el largo personalizado de nuestro costal sea el doble de nuestro perímetro craneal, restándole 2 cm. como margen de error: 

  Largo = (Perímetro craneal x 2) - 2 cm 

Para aplicar esta fórmula, debemos conocer, obviamente, cuanto mide el perímetro o contorno de nuestra cabeza; así, si dicho contorno es, por ejemplo, de 58 cm., el largo de nuestro costal debería ser de 114 cm.:

  Largo = 58 x 2 = 116 - 2 = 114 cm 

 

Medir nuestro perímetro craneal no tiene mayor dificultad. Tan solo, tenemos que disponer de una cinta métrica de costura y rodear con ella nuestra cabeza, colocándola justo por encima de las cejas y salvando las orejas, tal y como vemos en la imagen:​

COMO MEDIR LA CABEZA EDI.jpg
Medición del Perímetro Craneal
Reverso de un Costal, visto de frente
COSTAL NEGRO Fomula del Largo_edited.png

Aunque lo ideal sería contar con un costal hecho a medida, también es cierto que ello puede encarecer algo su precio. No obstante, los fabricantes son perfectamente conocedores de que la media del perímetro craneal  se sitúa en torno a los 56-58 cm. para los hombres, y entre 54-56 cm. en mujeres, de manera que ya trabajan con un abanico de medidas estándar que cubren todo el rango, tanto por encima como por debajo de la media.

En el caso de que las medidas estándar de que dispongan en la tienda, no coincidan, exactamente, con la de la fórmula del "doble de nuestro contorno craneal menos 2", optaremos -siempre que no haya mucha diferencia- por la que más se acerque en el rango inferior; me explico: volviendo al ejemplo anterior, vimos que si nuestro perímetro fuera de 58 cm, el largo ideal de nuestro costal serían 114 cm; pero, resulta que en la tienda, solo tienen costales, o de 118, o de 112 cm de largo; pues bien, en este supuesto, cogeríamos el que más se acerca por debajo, esto es, el de 112 cm, ya que, como luego veremos, hay un recurso técnico, al hacernos la ropa, que nos permitirá ganar esos 2 cm. que, en teoría, nos faltan, mientras que el problema de un costal grande (por largo) tiene peor solución.  

- Ancho del Costal: esta dimensión va a estar directamente relacionada con la largura de nuestro cuello y espalda, incidiendo, tanto en el número de vueltas que podamos dar al saco cuando lo enrollemos a la morcilla, como en la longitud de la caída sobre la espalda o, dicho de otra manera, a que altura de la espalda nos va a llegar el costal, una vez que nos lo tiren. Así, un costalero con menos longitud de cuello y/o espalda, necesitará un costal menos ancho que otro cuya longitud de cuello y/o espalda sea mayor.

A diferencia de lo que ocurría con el largo, para determinar el ancho idóneo de nuestro costal no existe una formula matemática. No obstante, la experiencia nos muestra que el ancho debe estar entre los 70 y los 90 cm., de manera que podríamos fijar, como referencia, la siguiente escala:

  • de 70 a 75 cm, corto. (S)

  • de 75 a 80 cm, normal o mediano. (M)

  • de 80 a 85 cm, largo. (L)

  • de 85 a 90 cm, muy largo. (X-XL)

COSTAL NEGRO Fomula del Ancho resaltado_

LA MORCILLA: Características

MORCILLA BUENA.png

Como ya hemos adelantado, el segundo elemento necesario para armar nuestra herramienta, es esta almohadilla cilíndrica que, en nuestro argot, llamamos "Morcilla", y que, básicamente, va a ser un envoltorio o forro de tela (normalmente, de algodón) relleno de un material que ha de ser maleable, dúctil y con cierta elasticidad, para que se pueda moldear y, a la vez, proporcione ese efecto colchón que amortigüe el contacto con el "palo".

Tradicionalmente, el relleno utilizado ha venido siendo la borra de lana, aunque también se pueden emplear otros materiales de similares características. En este sentido, no sería de extrañar, con el grado de especialización que está alcanzando el gremio, la irrupción en el mercado de otros nuevos componentes que lleguen a proporcionar, incluso, mejores resultados que los materiales empleados hasta ahora para el relleno.

La única recomendación en contra, sería la de no utilizar materiales de cuya ductilidad se dice que tiene memoria: Un material dúctil es aquel que tiene la capacidad de deformarse, sin llegar a romperse, cuando se ejerce sobre él una presión; y se dice que tiene memoria cuando es capaz de recobrar su forma original al cesar esa fuerza que lo deformó.

Entre estos materiales no recomendables para el relleno de la morcilla, estarían, por ejemplo, la esponja o la goma-espuma, ya que tienen mucha memoria, en el sentido que hemos explicado.

 

 

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Esponja3_edited.png
Esponja2_edited.png
Los materiales  dúctiles con memoria, como la esponja, vuelven a su forma original al cesar la presión que los deformó.

El porque de esta recomendación tiene todo que ver con la igualá de la cuadrilla y el reparto equitativo y uniforme del trabajo, factor que se me antoja decisivo para preservar la que debiera ser la máxima prioridad de todos los implicados en esto, pero, especialmente, de cualquier capataz: la Salud del Costalero.

Más, tampoco quisiera que se me mal interpretase y dedujerais de mis palabras que la Salud del Costalero va a depender de algo tan aparentemente ínfimo como el relleno de la morcilla; démosle a cada cosa su justa medida. Lo que, en realidad, trato de haceros ver, es que, en este oficio, cualquier detalle que podamos cuidar, por insignificante que nos resulte, siempre va a sumar, y al final, "muchos granitos de arena hacen un desierto"... La mayoría de los problemas con los que se encuentra el costalero para poder desarrollar bien su trabajo, tendrían una sencilla solución o, incluso, ni hubieran aparecido, a poco que se hubieran tenido en cuenta detalles tan simples y fáciles de atender como este del que hablamos, para lo cual, lógicamente, lo primero es tener conciencia de que detalles cuidar, y eso es, precisamente, lo que estoy tratando de desvelar.  

A lo que íbamos... aunque partamos de unas condiciones, a priori, perfectas (esto es, una buena igualá del capataz, y la ropa de toda la Cuadrilla hecha como Dios manda), dichas condiciones teóricas no van a tener una traducción real hasta que no toquemos "palo" y caigan los Kilos; es, entonces, cuando la ropa se acomoda y "El Trabajo" se asienta definitivamente en su sitio, dibujando lo que -ahora si- sería, en puridad, "La Cuna": la propia Trabajadera refrenda la igualá que hiciera el capataz y cada uno coge lo suyo... Y habiendo alcanzado ese punto ideal, en el que todo está donde y como tiene que estar, de lo que se trata ahora, obviamente, es de mantener esas condiciones "perfectas" durante toda la "corría", sin que nada cambie, en la medida de lo posible.

Costal fondo bonito2.jpg
CUNA COSTAL con trabajadera EDI BUENA2.j
CUNA Perfil Edi fondo amarillo buena_edi
Asentada la ropa por acción del palo y los Kilos, se forma la "Cuna" que, en condiciones idóneas, da la medida exacta de tu trabajo junto al del resto de compañeros de Trabajadera 

Pues bien, esta es una de las razones -si no la principal- por la que se insiste tanto en que la ropa este bien hecha desde el principio, de manera que no tengas que hacértela de nuevo, lo que te haría perder, entonces, la cuna inicial que el resto de la cuadrilla si mantiene desde la primera "levantá", por lo que, ahora, tu estarías desigualado respecto a los demás, al menos, hasta que tu "trabajo", si todo va bien, vuelva a asentarse, exactamente, en su sitio, quedando, entre tanto, expuesto a un posible sobre esfuerzo, cuando no, a un mayor riesgo de lesión.

 

Y, precisamente, ese es el mismo motivo por el que no es recomendable que el relleno de la morcilla tenga memoria: para que una vez hecha "la cuna", ésta se mantenga hasta el final y no se pierda por mor de una morcilla que recobra su forma original cada vez que nos salimos del palo. 

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Esponja2_edited.png
Una morcilla con memoria recobraría su forma original al salirnos de la Trabajadera

MEDIDAS DE LA MORCILLA: 

 

Al igual que dijimos para el costal, las medidas -en este caso, de la morcilla- son un factor muy a tener en cuenta si queremos contar con la herramienta perfecta que mejor se adapte a nuestra particular morfología de cabeza y cuello, posibilitando, así, el ajuste perfecto de la ropa y, por ende, unas condiciones optimas para el desarrollo de nuestro trabajo.

- El largo de la morcilla:  Esta dimensión va a depender del ancho de nuestro cuello, de manera que, cuanta más anchura tengamos de cuello, más larga habrá de ser la morcilla. Por otra parte, no podemos perder de vista la estrecha relación que existe entre costal y morcilla como piezas ensambladas de una misma herramienta, y, dado que la anchura de nuestro cuello ya ha sido tenida en cuenta, implícitamente, al establecer el largo personalizado de nuestro Costal, podemos afirmar que, en la adecuada proporción, cuanto más largo sea el costal que necesitemos, más larga habrá de ser la morcilla empleada para que el ensamble de ambas piezas sea el adecuado, y ello permita un ajuste perfecto de la ropa.

Captura de pantalla 2019-09-19 a las 12.
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El largo de la Morcilla guarda una relación directa con el largo de nuestro Costal:
A más largo de Costal, más largo de morcilla.

Establecida, pues, la norma general, veamos, seguidamente, cual ha de ser el largo personalizado de la morcilla que vamos a necesitar, poniéndola en relación con nuestro Costal. 

Y aquí, permitidme un inciso: para que podáis seguir la explicación, es preciso que adelantemos a este momento, algunas cuestiones más propias del tema de "como hacer la ropa", por lo que luego las trataremos con más detenimiento, en el referido capítulo. Por ahora, baste con saber que, para hacernos el costal, primero lo extenderemos, completamente abierto, sobre una superficie plana, apoyándolo contra ésta por el anverso (es decir, la cara en la que el "saco" aparece forrado), de manera que nos quede a la vista la cara en la que la arpillera no lleva forro, y antes de enrollarlo a la morcilla, procederemos a doblarlo a modo de tríptico, para lo cual, dividiremos el costal, previamente, en tres partes iguales, a cada una de las cuales llamaremos "Paños".

Para explicarlo, tomaremos como ejemplo las mismas medidas que utilizamos anteriormente:

  • Así, si nuestro contorno de cabeza dijimos que era de 58 cm.,

  • El largo ideal de nuestro Costal debería ser de 114 cm: 58 x 2= 116 - 2 cm =114 cm.

  • Por tanto, cada uno de los tres paños mediría 38 cm.: 114/3= 38 cm.

largo costal.png
  • Hechas las 3 divisiones, procederemos a doblar el costal, Paño sobre Paño, desde los laterales (Paños 2 y 3) hacia el central  (Paño 1): 

    • En la imagen que sigue, hemos empezado doblando el Paño de la Izquierda (Nº 2) sobre el Nº 1, pero, igualmente, podríamos haber empezado por la derecha, esto es, doblando el Paño Nº 3 sobre el Nº 1.

costal paso 2.png
  • A continuación, efectuamos la misma operación con el otro paño lateral que nos falta por doblar.

    • Siguiendo el orden de las imágenes, ahora sería el Paño 3 el que doblaríamos sobre el Paño 2:  

costal paño 3.png
  • Expliquemos que, una vez doblado "el saco", como quiera que lo hemos hecho paño sobre paño, el lado de la frente con el que trabajaremos a partir de ahora, ha quedado reducido a la medida de un paño, esto es, 38 cm. (según el ejemplo que venimos manejando).

  • Con el Costal ya doblado, el paso siguiente será colocar la morcilla, que centraremos en la "zona de la frente", debiendo quedar libre, entre la morcilla y los extremos del costal, el hueco de dos dedos -esto es, unos 4 cm.- por cada lado, al objeto de poder remeter la tela de las vueltas, una vez que empecemos a enrollar el costal a la morcilla (como veremos a su debido tiempo).

  • Y llegados a este punto, ya podemos determinar, con exactitud más que aceptable, el largo idóneo para nuestra morcilla, pues, si la medida del Paño con el que vamos a trabajar es 38 cm. y le quitamos 8 cm (4  por cada lado) para el hueco de las vueltas, la morcilla que utilicemos habrá de tener 30 cm. de largo

costal paño 1.png
  Largo Morcilla = (Largo Costal / 3 paños) - 8 cm 

 

Aunque la explicación haya sido un tanto prolija, he querido ir paso a paso para que conocieseis el procedimiento por el que se obtiene, con certeza, el largo personalizado de nuestra morcilla, si bien, ahora que ya no os va a suponer ninguna cuestión de fe, podríamos extraer, de toda esta explicación, una fórmula que nos llevará al mismo resultado de manera inmediata, sin tener que pasar por todas estas operaciones previas, siempre, eso si, que conozcamos, de antemano, el largo idóneo de nuestro Costal -lo que, a estas alturas, no debería suponernos ya ningún problema- :

 

Así, siendo el largo ideal de nuestro costal, en el ejemplo que hemos venido proponiendo, de 114 cm., la aplicación de la fórmula anterior sería:

LLargo Morcilla = 114 / 3 = 38 - 8 = 30 cm  

 

 

- Ancho (o Diámetro) de la morcilla: Al ser esta "almohadilla" un cuerpo cuasi-cilíndrico, podemos hablar, indistintamente, de ancho o de diámetro, para referirnos a esta dimensión que es la que va a determinar, en resumidas cuentas, el grosor de la morcilla. Y es aquí cuando tenemos que hacer otra observación importante:

Si por venir separados, considerásemos cada uno de los elementos que componen nuestra herramienta de forma independiente, y dado que la morcilla es la que va a proporcionarnos ese efecto colchón del que venimos hablando, por lógica, cabría pensar que, a mayor grosor de ésta, mayor grado de amortiguación. De ahí, que sea muy común llegar a la errónea conclusión de que la Morcilla, cuanto más gorda, mejor -y ya ni te cuento, si es "mami" la encargada de hacerla -.

Como podréis suponer, el fallo de este razonamiento está en la premisa de partida, pues, en modo alguno podemos considerar el Costal y la Morcilla como elementos independientes el uno del otro, ya que nuestra herramienta solo alcanzará su funcionalidad como tal, una vez que se produzca el ensamble perfecto entre ambas piezas, lo que difícilmente conseguiremos si sus medidas no guardan la adecuada proporcionalidad.

 

Así las cosas, una morcilla excesivamente ancha (o gruesa), llegado el momento de enrollarla al "saco", va a exigir unas vueltas de costal de un mayor diámetro, y esto provocará, en última instancia, que la cuna resultante tenga un grosor desproporcionado, siendo mucho peor, frente al pretendido beneficio de la amortiguación, el perjuicio que nos causará un "Trabajo" que, por su extremada anchura, nos ocupe mucho cuello, quedándonos, casi con toda seguridad, más alto de lo debido (esto es, por encima de la 7ª vertebra cervical).

Desmontada, pues, esta falsa creencia de que cuanto más gruesa mejor, estamos en condiciones de indicar que, en base a la experiencia, la mayoría de las fuentes consultadas coinciden en establecer el ancho universal para cualquier morcilla, en torno a los 3,5 cm. 

MORCILLA 1 GRANDE.png
Largo Personalizado
Ancho = 3,5 cm

HACERSE LA ROPA:

Su Importancia.

Llegados a este punto, es el momento de abordar uno de los temas capitales para el costalero: la técnica de "hacer" y "tirar" el Costal.

De su correcto aprendizaje y puesta en práctica va a depender, en gran medida, el desarrollo de nuestro trabajo individual en las mejores condiciones de comodidad y protección, lo que, a su vez, repercutirá en las condiciones de trabajo del resto de compañeros de trabajadera y, por ende, de toda la Cuadrilla.

Por eso, antes de entrar en materia, quisiera ser capaz de transmitiros la importancia de aprender a hacernos bien el costal, y no se me ocurre mejor manera que enumeraros los muchos y relevantes aspectos que van a estar condicionados por la "ropa", según esté bien o mal hecha:

  • La Comodidad en el trabajo: os garantizo que no hay nada más incomodo que trabajar con un costal que se nos mueva continuamente, o que nos apriete demasiado, o que se nos deshaga cada dos por tres, o que tenga arrugas que se nos claven como agujas... complicando, aún más, unas condiciones de trabajo que, ya de por si, son difíciles bajo un Paso.  

  • La Funcionalidad del Costal: difícilmente, un costal que se deshaga o que no caiga en su sitio, podrá cumplir su función de proteger nuestra zona de trabajo. 

  • La Concentración: que es fundamental siempre, pero más aún, en determinadas maniobras críticas como pueda ser la levantá. Creo que todos intuiréis lo que puede pasar si, en esos momentos de máxima tensión, estamos más pendientes de que no se nos deshaga el costal, que de la propia maniobra en si y su ejecución.

  • La Igualá y el reparto equitativo de los Kilos: los capataces igualamos por "palos" tomando como referencia la 7ª vertebra cervical, de manera que, una misma trabajadera, estará formada por costaleros cuya vertebra prominente se sitúe a la misma altura. Si una vez tirado el costal, "el trabajo" queda por encima o por debajo de esa 7ª vertebra, la igualá realizada previamente no habrá servido para repartir equitativamente los kilos.

  • El rendimiento y la dosificación de fuerzas: en estrecha relación con lo anterior, un costal alto hará que cojamos más de lo debido, y, aunque en principio sea soportable, estaremos sometidos a un sobre esfuerzo que, a la larga, nos pasará factura a todos, pues, si como consecuencia de esa sobre carga flaquean tus fuerzas, será el resto de compañeros quienes se coman tus Kilos, de igual manera que pasará si tu costal te queda bajo. 

  • La Higiene postural: como veremos en su momento, la adopción de las posturas correctas durante el trabajo, va a ser un factor determinante para prevenir el riesgo de lesiones. Pues bien, un costal que peque tanto de alto como de bajo, obligará a que, para acomodarnos al palo, rectifiquemos la que sería la adecuada postura de trabajo. 

Haciendo la Ropa.JPG
Postura correcta de cabeza y barbilla
Postura correcta
Postura rectificada hacia atrás
Postura rectificada como consecuencia de un costal alto

A modo de resumen, una última consideración: tened muy presente que, a la postre, todos estos aspectos que os acabo de mencionar (y algún otro que se me haya podido quedar en el tintero) en relación con la ropa, van a incidir muy directamente en lo más importante de todo, vuestra salud

Y dicho esto, entremos en materia...

La Técnica de Hacer la Ropa.

La Técnica para hacer un costal no es, en si misma, complicada. Lo que si es cierto, es que se requiere mucha práctica hasta llegar a un punto en el que, siempre que nos hagamos la ropa, el ajuste sea perfecto. No se trata de acertar unas pocas veces, sino de tener dominada la técnica y su ejecución de forma tal que, cada vez que nos lo hagamos, el Costal nos encaje como un guante en la cabeza, con la visera bien fijada a la frente, sin que se nos mueva, pero que tampoco nos apriete en exceso; con la tensión necesaria en las vueltas y el número justo de ellas, para que la herramienta tenga consistencia y no se nos deshaga, permitiendo, a la vez, que "el trabajo" caiga siempre en su sitio sin que se nos desplace y, por supuesto, que no haya arrugas... Como comprenderéis, este grado de destreza no se consigue haciéndonos el costal en los cuatro ensayos de Cuaresma.

Por eso, y aún a riesgo de resultar reiterativo, insistiré, una vez más, en las dos ideas fundamentales que resumen todo lo hablado en este capítulo:

  • La importancia de contar con un buen Costal, y que tenga las medidas apropiadas y personalizadas para cada uno de nosotros.

  • La necesidad de aprender a hacernos muy bien la ropa, practicando cuanto sea necesario, hasta que le tengamos bien cogida la medida -nunca mejor dicho-.    

Y ahora si, paso, sin más dilación, a mostraros, en el siguiente vídeo, como se hace y se tira un costal:

CUIDADO Y CONSERVACIÓN DEL COSTAL

Para completar este primer capítulo dedicado a la principal herramienta del Costalero, creo que sería bueno aportar algunos consejos sobre el tratamiento que debemos dispensar a nuestro Costal para que nos dure el mayor tiempo posible en perfecto estado, teniendo en cuenta, no obstante, que no existe una regla general para determinar su duración, pues ésta dependerá de muchos factores, tales como la calidad de los materiales y de su confección, la frecuencia en su utilización, el cuidado con el que lo tratemos...

En última instancia, la respuesta a la pregunta ¿cada cuanto tiempo debemos cambiar de costal?, aunque de Perogruyo, se me antoja clara: Cuando el costal alcance un grado de deterioro tal, que deje de cumplir su función de protección, y/o no nos permita trabajar ya con comodidad.

Entre los síntomas que nos avisan de que ese momento ha llegado, estarían:

  • el que se vayan perdiendo las costuras del saco, lo que hará que comience a deshilacharse. 

  • que el tejido haya dado tanto de si que, ahora, el costal nos quede muy holgado, y/o el "trabajo", que antes nos caía perfecto en el sitio sin moverse, ahora se nos baje con suma facilidad.

  • que la arpillera esté tan regastada que resbale en el palo, escupiéndonos de la trabajadera.

COSTAL ROTO

- Tratamiento de un Costal nuevo: Aunque muchos costales ya vienen de fabrica con el tejido tratado, de manera que podríamos usarlo directamente, nada más adquirirlo, lo normal es que, al principio, el saco esté excesivamente rígido, y ello, además de conferirle un tacto poco agradable que nos reste comodidad en el trabajo, sobre todo dificultará su manejo a la hora de hacérnoslo y conseguir su ajuste perfecto.

En este caso, para ablandar un costal nuevo antes de usarlo por primera vez, se recomienda seguir los siguientes pasos:

  1. Introducir el Costal en un barreño con agua fría y un poco de suavizante, y dejarlo en remojo.

  2. Al cabo de unas cuantas horas, tenderlo horizontalmente sin doblar, y secarlo al aire, sin emplear calor o secadora.

  3. Plancharlo al vapor, a temperatura media. 

- Tratamiento de un Costal usado: Lavado, planchado y guardado.

A) Lavado: 

  • Frecuencia: Pese a su apariencia rústica, la arpillera es un tejido delicado, en tanto en cuanto, puede deteriorarse con facilidad si no se le da el tratamiento adecuado. En este sentido, la primera advertencia que debemos hacer es la de no lavar el Costal en exceso, pues el agua va a reblandecer las fibras que conforman la trama, facilitando que se rompan o se deshilachen. Por eso, mi recomendación, siempre que las circunstancias no aconsejen otra cosa, es que se lave dos veces al año:

- La primera, para la Salida, pues lo normal es que, después del trote que le hemos dado durante los ensayos, tras el último, lavemos el costal y lo dejemos impoluto para nuestro día grande. A este respecto, cabría hacer dos observaciones: Una, que no dejéis este lavado para el último día; tened en cuenta que el tejido del costal es muy grueso y tarda más en secarse. La otra, es que, como sabéis, la ropa recién lavada vuelve a coger ese apresto característico de "nueva" que la hace estar más rígida, por lo que sería conveniente ablandarla antes de la Salida. En virtud de estas dos apreciaciones, mi consejo es que, este lavado, se haga después del último ensayo, pero antes del Retranqueo y, así, podríamos aprovechar estas últimas levantás para "domar" la ropa; luego, bastaría un leve planchado en casa, y lista para el día grande.

- El segundo lavado ya sería cuando todo haya terminado y nos dispongamos a guardar el Costal hasta la próxima Cuaresma.    

  • Proceso en Seco (Entre Ensayos): de todos es sabido que el esfuerzo físico que conlleva nuestro trabajo, sumado a las condiciones de estrechez y temperatura que se dan bajo un Paso, van a facilitar nuestra sudoración, humedeciendo, en mayor o menor medida, nuestro Costal y provocando la posible aparición de olores. ¿Cómo conciliar, entonces, la anterior recomendación de no lavar en exceso la "ropa", con la debida higiene que, dada las condiciones de trabajo, se hace, aún, más necesaria, si cabe, bajo los Pasos? ¿Debemos lavar el Costal cada vez que lo usemos? Ante esta tesitura, el sentido común será el que, nuevamente, nos de la respuesta, teniendo en cuenta, no obstante, que no todo el mundo tiene el mismo grado de transpiración, y que el sudor, en si mismo, no tiene olor, sino que éste viene provocado por ciertas bacterias que, para alimentarse, descomponen el sudor, liberando, según cada cual, un mayor o menor número de moléculas ácidas que son las culpables de ese olor tan poco agradable. Así, dependiendo de esos factores y, siempre, según vuestro prudente criterio, en circunstancias normales, después de un ensayo podría ser suficiente el siguiente Proceso:

 

1º.- Deshacer el Costal después de cada ensayo.

2º.- Aplicar Bicarbonato en las zonas húmedas, tanto del Costal como de la Morcilla, lo que servirá para neutralizar las moléculas ácidas del sudor que provocan su olor. Esta operación deberá realizarse lo antes posible tras el ensayo, para evitar que dichas moléculas penetren más profundamente en el tejido.

3º.- Airear el Costal (mientras dejamos que actué el Bicarbonato), colocándolo completamente abierto y sin que le dé el sol directamente, hasta que desaparezcan los restos de humedad. No olvidéis airear también la morcilla.

4º.- Sacudirlos cuidadosamente para eliminar los restos de Bicarbonato.

5º.- Quitar las arrugas con un leve planchado. 

1º Aplicar una buena dosis de Bicarbonato en las zonas húmedas
TRATAMIENTO COSTAL ENTRE ENSAYOS1.png
MORCILLA BUENA1.png
tendedero 10 con morcilla y cielo azul.p
2º Airear Costal y Morcilla hasta que desaparezcan los restos de humedad, mientras dejamos actuar el Bicarbonato 
  • Proceso de lavado: ​​Como ya hemos comentado, la arpillera es un tejido delicado, de manera que, si queremos que el Costal nos dure el mayor tiempo posible, deberemos lavarlo a mano, siguiendo estos pasos: 

1º.- Sumergir el Costal en un barreño de agua fría con detergente liquido, dejándolo en remojo durante unos 5 o 10 minutos, sin frotar. Si hubiese manchas en la arpillera, antes de poner el costal a remojo, frotaremos, cuidadosamente, la zona manchada, con una esponja mojada en agua e impregnada del mismo jabón liquido. Si la mancha estuviese sobre el forro, se podría frotar con algo más consisten como un cepillo de ropa.

2º.- Transcurrido el tiempo de remojo, hacer un primer aclarado con agua también fría. Después podemos hacer un segundo aclarado añadiendo un poco de suavizante. 

3º.- Dejar escurrir el exceso de agua sin estrujar o retorcer el costal, y mucho menos utilizando centrifugadora.

4º.- Tender el costal completamente abierto, sin doblar, y a la sombra, dejándolo secar al aire, sin emplear calor o secadora.

  • de 70 a 75 cm, corto. (S)

  • de 75 a 80 cm, normal o mediano. (M)

  • de 80 a 85 cm, largo. (L)

  • de 85 a 90 cm, muy largo. (X-XL)

COSTAL NEGRO Fomula del Ancho resaltado_

- Tratamiento de un Costal nuevo: Aunque muchos costales ya vienen de fabrica con el tejido tratado, de manera que podríamos usarlo directamente, tal y como lo adquirimos, lo normal es que, al principio, el saco esté excesivamente rígido, y ello, además de conferirle un tacto poco agradable que nos reste comodidad en el trabajo, sobre todo dificultará su manejo a la hora de hacérnoslo y conseguir su ajuste perfecto.

En este caso, para ablandar un costal nuevo antes de usarlo por primera vez, se recomienda seguir los siguientes pasos:

  1. Introducir el Costal en un barreño con agua fría y un poco de suavizante, y dejarlo en remojo.

  2. Al cabo de unas cuantas horas, tenderlo horizontalmente sin doblar, y secarlo al aire, sin emplear calor o secadora.

  3. Plancharlo al vapor, a temperatura media. 

LA FAJA

CONSIDERACIONES PREVIAS

Centrándonos solo en la mecánica de la actividad a desarrollar, a nadie se le escapa que, el de Costalero, es un trabajo de carga que requiere de un notable esfuerzo físico, siendo la espalda -junto con las piernas- la parte de nuestro cuerpo con mayor grado de implicación en dicho trabajo y, por tanto, la más susceptible de lesión; de ahí, que La Faja se distinga como otra de las herramientas importantes para el costalero, pues, usada correctamente, nos ayudará a disminuir ese riesgo de lesiones dorsales. 

 

No obstante, y antes de entrar en materia, debemos tener claro que, aún siendo importante la ayuda que nos puedan proporcionar herramientas como ésta, al final, no dejan de ser solo eso: una ayuda más. Por tanto, pecaríamos de ilusos si pensásemos que, solo por usarlas, ya vamos a estar suficientemente protegidos. 

Aunque me tachéis de repetitivo, debo recalcar -una vez más- que, éste, es un oficio muy exigente, del que únicamente saldremos airosos en la medida en que seamos capaces de ejercerlo con la máxima profesionalidad, y ello -desde mi particular percepción- requerirá, no solo el uso correcto de estas herramientas, sino también el dominio de la técnica asociada a nuestro trabajo y, por supuesto, una adecuada  Preparación Física.

Solo la conjunción de estos tres factores -a los que se irá sumando, poco a poco, la experiencia- nos permitirá alcanzar ese grado de excelencia profesional que, a la postre, se nos revelará como la mejor manera de disminuir el riesgo de lesiones y preservar nuestra salud.

FAJA TRADIDICONAL de costalero

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

Como en otros tantos aspectos de nuestro "Oficio", en lo relativo a la utilización de esta herramienta, también la experiencia ha ido por delante de la ciencia. Efectivamente, aquellos antiguos estibadores del Puerto de Sevilla -origen de las cuadrillas profesionales de costaleros- no serían hombres muy leídos, ni sabrían muy bien el porqué, pero si algo tenían claro por propia experiencia, más allá de cualquier criterio médico que lo avalase, era que sujetarse bien los riñones durante su faena diaria de carga y descarga, les aliviaba lo suyo... y, ya fuera por su precariedad económica, ya fuera por el, todavía, escaso desarrollo de la Ortopedia en esos años, lo cierto es que lo que aquellos hombres utilizaban como faja, era una rudimentaria pieza de tela -normalmente, de algodón- lo bastante larga como para permitir varias vueltas alrededor de la cintura y, a su vez,

no muy ancha: lo justo para sujetarse los riñones (detalle éste que no debemos perder de vista por lo que luego explicaremos).

Después, el arraigado costumbrismo de nuestro Oficio -que, por lo que de tradición tiene, se ha mostrado díscolo con el avance de los tiempos, en no pocas ocasiones- se encargó del resto, permitiendo que esta faja de tela, tan elemental como rudimentaria, se perpetuara hasta nuestros días, forjando uno de los rituales más propios y singulares del Costalero: el "fajarse"

Sin menospreciar la utilidad de esta faja tradicional que, como digo, continúa empleándose hoy día, la verdad es que, en la actualidad, tenemos, al alcance de cualquiera, unas excelentes fajas ortopédicas, diseñadas por especialistas en la materia, con las medidas y la forma anatómica adecuadas para proporcionarnos la mejor protección en nuestro trabajo. No obstante, esta recomendación no debe interpretarse como una oposición, por mi parte, a la utilización de la faja de tela; tan solo me limito a constatar otra muy buena opción que, en consonancia con el avance de los tiempos, no deberíamos desaprovechar.

Sea cual sea vuestra elección, lo que si debéis tener claro es que la utilización de esta herramienta no es una cuestión baladí, pues, en ningún caso, se trata de un mero complemento más del atuendo típico del costalero. Técnicamente, la faja es un tipo de "Ortesis", nombre especializado que, en Ortopedia, reciben aquellos artilugios o mecanismos que se aplican a nuestro cuerpo, como ayuda externa, para prevenir y/o corregir determinados problemas funcionales o estructurales del sistema musculoesquelético y, por tanto, cualquiera que sea el tipo de faja que utilicéis, siempre va a tener una finalidad ortopédica -en este caso, la prevención

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La Faja tradicional de tela ha llegado hasta nuestros días, aunque con una única y notoria diferencia: en la actualidad son bastante más anchas.
Costaleros antiguos años 40
Fajandose

de posibles lesiones de espalda-, lo cual exige que prestemos la atención debida en lo que a su correcta utilización se refiere, ya que, a sensu contrario, su uso inadecuado podría resultar contraproducente.

Más, precisamente, ha sido esta cuestión del uso correcto de la faja, una de las que menos atención y tratamiento técnico ha recibido por parte de nuestro gremio, suponiendo -según mi percepción- una de las lagunas oscuras para la mayoría de los costaleros. Y es que, salvo las contadas excepciones de quienes se han preocupado de saber lo que se hacían y por qué, el resto nos hemos fajado "de aquella manera", copiando, sin atender demasiado a razones, el ritual que veíamos en los más "viejos". ¡Y, vaya!.. más o menos, nos ha ido sirviendo -valga el juego de palabras- para salir del "paso", aunque, en honor a la verdad, he de confesaros que, al menos yo, durante mi época de costalero, nunca he tenido la certeza absoluta de estar haciéndolo bien.

Afortunadamente, para arrojar -con cierto fundamento técnico- algo de luz sobre este tema, cuento, en la familia, con un Fisioterapeuta, licenciado, también, en Ciencias del Deporte, y que, para mayor orgullo de padre, es, además, Costalero. 

Con su ayuda, explicaremos, de forma sucinta, algunas nociones básicas de la anatomía de la espalda para, a partir de ahí, comprender la función que va a desempeñar la faja y como ha de utilizarse correctamente para que cumpla su cometido, minimizando los efectos adversos que su empleo inadecuado pueda tener.

- La Espalda: nociones básicas de su anatomía.

Como es de común conocimiento, la Columna Vertebral es el soporte óseo que mantiene nuestro cuerpo erguido, estabilizando el tronco frente a la fuerza de la gravedad, manteniendo el equilibrio postural, a la vez que permite y articula su movimiento, sin olvidar, tampoco, su función protectora de la Médula Espinal.

El Raquis, como también se le llama, se extiende desde la base del Cráneo hasta la Pelvis, y está compuesto por 33 piezas óseas, las vertebras, superpuestas, longitudinalmente, de menor a mayor en sentido descendente, y distribuidas en 5 regiones. Las primeras 24 están articuladas entre si, conformando los 3 segmentos móviles de nuestra columna: las regiones Cervical (7), Torácica (12) y Lumbar (5). Cada una de estas vertebras, está separada de sus adyacentes por el disco intervertebral, una especie de cojín elástico que evita el rozamiento entre ellas y amortigua la presión ocasionada tanto por su propio peso, como por el resto de fuerzas de compresión vertical que actúan sobre el espinazo.

A continuación de la Zona Lumbar, se disponen otras 5 vértebras, fusionadas entre si, formando el hueso Sacro que une la Columna con la Pelvis. Finalmente, el Raquis termina en otras 4 vertebras, también soldadas entre si, y que forman el Coxis, vestigio evolutivo del rabo en los primates (de ahí que se conozca como "rabadilla").

 

Vista de perfil, se observa como la Columna no es totalmente rectilínea, sino que tiene cuatro curvaturas naturales, dos hacia adentro (Lordosis), en las zonas Cervical y Lumbar, y otras dos hacía fuera (Cifosis), en las zonas Torácica y Sacro-Coxígea.

Dichas curvas dan flexibilidad a la Columna, actuando, frente a las fuerzas de compresión vertical, como un muelle que distribuye la cargar entre diferentes puntos de apoyo, disminuyendo, así, la presión que ha de soportar cada vertebra.

Según diversos estudios (Kapandji, 1981; Lapierre, 1996), este mecanismo compensatorio de curvas fisiológicas otorga a la columna -considerando solo sus 3 segmentos móviles- una resistencia 10 veces superior que si fuese totalmente recta.

00 COMPOSICION COLUMNA corregida estrech
El Sistema  Muscular de la Columna actúa, respecto de ésta, como "obenques de un mástil" 
00%20FUERZAS%20EN%20EQUILIBRIO%20negro-b

A su vez, este pilar óseo va a estar sustentado por un complejo entramado muscular y ligamentoso: 

- Los ligamentos garantizan una unión extremadamente sólida entre las vértebras, confiriéndoles estabilidad y una gran resistencia mecánica.

- Por su parte, la actuación conjunta de potentes cadenas musculares va a reforzar la estabilidad de toda la estructura, dotándola, además, de su capacidad de movimiento (flexión, extensión, inclinación lateral y rotación).

La complejidad del sistema muscular de la espalda haría prolija su explicación detallada, músculo por músculo. Por eso, baste a nuestro propósito, una visión global de su funcionamiento, de manera que entendamos que, en casi todos los requerimientos que hacemos de la columna en nuestra actividad diaria (ya sea al andar, correr, coger peso, etc.), no interviene un solo músculo de forma aislada y con una función selectiva, sino que interactuan, en cadena, grupos musculares de diferentes zonas implicadas de nuestro cuerpo, compensándose, según el requerimiento, las funciones estabilizadora y/o dinámica de unos con las de otros, en un equilibrio de fuerzas agonistas-antagonistas.

Sobre esta base, podemos englobar los músculos implicados en la funcionalidad del Raquis en tres grupos principales:

- los músculos propios de la espalda

- los músculos de la región abdominal 

- los músculos de la región pélvica 

Todos ellos, van a actuar de forma coordinada, como si de los "obenques de un mástil" se tratase, propiciando un contrapeso natural que garantiza la estabilidad del Raquis y su movilidad. No obstante, hay que advertir que este equilibrio de fuerzas no se da porque todos los músculos sean igual de potentes -de hecho, fisiológicamente, los músculos de la espalda, en su conjunto, son más potentes que los abdominales-. El equilibrio se da cuando cada grupo muscular es capaz de hacer la parte del trabajo que le corresponde, y de ahí, la necesidad de procurar la adecuada tonificación de todo el sistema.
00 MUSCULOS ESPALDA Y ZONA ABDOMINAL tri
VISTAS ANTERO- POSTERIOR Y LATERAL DE LOS MÚSCULOS DE LAS REGIONES ABDOMINAL, DORSAL Y PELVICA

- Conveniencia de proteger la Zona Lumbar:

Hecha esta aproximación a la estructura músculo-esquelética de nuestra espalda, debemos indicar que, de las cinco zonas que hemos distinguido en el Raquis -Cervical, Torácica, Lumbar, Sacra y Coxígea-, la región Lumbar es la que va a estar sometida a mayor tensión y carga de trabajo, tanto estática como dinámica, en el conjunto de nuestra actividad diaria:

- En el plano estático, porque su disposición anatómica, en la baja espalda, hace que tenga que soportar, no solo el peso de los segmentos superiores de la columna, sino también, el de la mayor parte del Tronco. A ello se sumaría el de las posibles cargas axiales extrínsecas o, dicho de otra forma, el peso de cualquier objeto añadido que tuviéramos que cargar. Es por eso que, en el proceso evolutivo de nuestra Columna hasta la bipedestación, tanto las vértebras lumbares como sus correspondientes discos intervertebrales, se han ido configurando como los de mayor tamaño y volumen de todo el Raquis, para así soportar este mayor peso.  

- En el plano dinámico, la región lumbar es de los segmentos con mayor rango de movilidad, sobre todo, en lo que a flexión-extensión del Tronco se refiere, sin olvidar el papel que la articulación lumbo-sacra juega en la movilidad de la Pelvis y nuestro tren inferior. En definitiva, los movimientos que más se repiten a lo largo del día y, por tanto, la zona más solicitada de nuestra columna, a nivel cinético.

Este estrés, tanto estático como dinámico, al que se ve sometida por nuestra actividad diaria, hacen de la Región Lumbar una zona muy propensa a las lesiones, ya sea por un sobresfuerzo ocasional, ya sea por el proceso degenerativo que tan intensa carga de trabajo va ir produciendo a lo largo del tiempo. De hecho, diversos estudios sitúan la lumbalgia como la primera causa de absentismo laboral en España, y la segunda en el número de consultas médicas por dolor crónico, después de la cefalea. 

Resulta, pues, evidente, la conveniencia, para cualquier persona, de prevenir este mayor riesgo de lesiones de la zona lumbar, pero, más aún, en quienes la someten a un estrés añadido, derivado de la exigente actividad de carga que desarrollan, como ocurre, por ejemplo, en nuestro oficio. 

Ni que decir tiene, que esta prevención pasa, con carácter general, por una adecuada Higiene Postural  y el Ejercicio Físico regular, como mejores aliados para mantener el estado funcional de articulaciones y músculos, sumando, con carácter puntual, la ayuda de la faja  lumbar cuando vayamos a realizar una actividad de carga importante. 

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- Importancia de nuestra faja natural: Los abdominales.

Ya hemos hablado, muy a grosso modo, de la actuación conjunta y coordinada de todos los músculos que dan sostén al Raquis, explicando -aunque de forma bastante simplificada- como nuestra pared abdominal, principalmente, hace de contrapeso natural de los músculos de la espalda en la labor de estabilización de la columna que, a la postre, propicia, tanto nuestro equilibrio postural, como el mantenimiento de la curvatura normal de la espalda que actúa como mecanismo fisiológico compensatorio de las fuerzas axiales de compresión. 

De esta básica explicación de la relación sinérgica que se da entre los grupos musculares implicados, debemos extraer una conclusión principal: una musculatura abdominal potente y tonificada podrá hacer bien su trabajo, de manera que los músculos de la espalda solo tengan que realizar el suyo, sin ningún otro esfuerzo añadido. Por el contrario, unos abdominales debilitados contribuirán en menor medida a la estabilización, y este déficit supondrá un mayor esfuerzo para la musculatura dorsal, que puede terminar sobrecargada, lo que, por otra parte, es algo bien frecuente dada la falta de tono muscular que el sedentarismo provoca en nuestros abdominales.

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Con una musculatura tonificada, el sistema estará en equilibrio y la estabilización de la columna no requerirá el sobresfuerzo de ningún grupo muscular, en concreto. 
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Una musculatura abdominal débil contribuye en menor medida a la estabilización de la Columna, sobrecargando los músculos de la espalda.

Pero es que, además de sus funciones cinética (fundamentalmente, como flexores del tronco) y estabilizadora de la columna, los abdominales (junto con la musculatura del suelo pélvico -MSP-) juegan otro importante papel como faja natural que, mediante la presión controlada que ejerce sobre la cavidad abdominal, sujeta y protege las vísceras allí alojadas.

Más, como quiera que todo el sistema -por propia definición- interactua sinérgicamente, como ya hemos apuntado, resulta que esta presión intra-abdominal se va a transmitir, también, a la región lumbar de la columna, produciendo una acción extensora que descomprime tanto las vertebras como los discos intervertebrales de esta zona y -en cadena- los de los segmentos adyacentes, disminuyendo, así, la tensión que las fuerzas axiales de compresión provocan en el conjunto del Raquis.

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LEYENDAS ABDOMINALES -PIA-ELONGACION.png

Para finalizar esta aproximación a la importante función que desempeña nuestra faja natural abdominal, hemos de referirnos a la Respiración, como otro de los procesos esenciales que es posible gracias a este juego de sinergias, en este caso, entre Abdominales (junto con la MSP) y Diafragma.

El Diafragma es, por excelencia, el músculo de la respiración, pero no el único que interviene. Cuando inhalamos, se contrae y empuja las vísceras hacia abajo para hacer hueco y permitir la expansión, tanto de la caja torácica, como de los pulmones, que ven aumentado su volumen para la entrada de aire. Este empuje del Diafragma provoca un incremento de la presión intra-abdominal (PIA) en sentido caudal (esto es, hacia abajo) que es compensado con la relajación espontanea de Abdominales y MSP, de manera que la presión se mantiene cuasi-constante dentro de sus valores normales.

Cuando exhalamos, el proceso es justo al contrario: La MSP y los Abdominales se contraen aumentando la presión intra-abdominal en sentido craneal que empuja las vísceras hacia arriba. Dicho incremento de presión es, ahora, compensado por la relajación del Diafragma que vuelve a su posición basal, produciendo la retracción de los Pulmones que, literalmente, se desinflan, expulsando el aire.

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00 COMPOSICION DIAFRAGMA COMPLETA CON EJ
MECÁNICA DE LA RESPIRACIÓN
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Recapitulando:

  • Hemos hecho una aproximación músculo-esquelética a la anatomía de la espalda por ser la parte de nuestro cuerpo (junto al tren inferior) con mayor grado de implicación en el trabajo del costalero.

  • Hemos hablado de los 3 principales grupos musculares (los propios de la espalda, los abdominales y los de la región pélvica) implicados en la función cinética y estabilizadora de la Columna, y de la relación sinérgica que existe entre ellos. 

  • Hemos justificado porqué la región lumbar es la parte de la Columna que soporta mayor carga de trabajo, siendo, por tanto, la más susceptible de lesión, y de ahí, la conveniencia de proteger esta zona, sobre todo, ante una situación de estrés añadido.

  • Y, finalmente, hemos destacado el papel de los abdominales y la musculatura del suelo pélvico como faja natural que, mediante la presión intra-abdominal que ejerce de forma controlada, descomprime la Columna y contribuye en la Respiración.

    

Así pues, llegados a este punto, creo que estamos en mejor disposición de comprender, con cierto fundamento técnico, el papel que va a desempeñar nuestra herramienta.

- Función de la Faja Lumbar como herramienta del Costalero: efectos favorables.

Como vimos en su momento, la región lumbar es la zona de la espalda que soportar mayor estrés derivado de nuestra actividad diaria, y, por tanto, la más propensa a lesiones, riesgo que se ve incrementado cuando realizamos un trabajo de carga importante.

También dijimos que, por naturaleza, los abdominales eran músculos menos potentes que los de la espalda, y que, por tanto, ya de entrada, se daba una normal descompensación de fuerzas entre ambos grupos musculares.

Pues bien, la herramienta de la que hablamos va tener como finalidad aliviar la tensión que soporta la musculatura de la espalda, compensando ese déficit fisiológico de nuestros abdominales mediante una presión abdominal añadida que potencia la acción de nuestra faja natural, a modo de abdominales complementarios.

En este sentido, sus efectos favorables van a ser:

  • Reforzar la función de los abdominales como contrapeso natural de la musculatura dorsal en la tarea de estabilizar la columna, disminuyendo, por tanto, la posibilidad de sobrecarga de los músculos de la espalda.

  • Propiciar, mediante el aumento inducido de la presión intra-abdominal, la descompresión de los discos intervertebrales lumbares y, por reacción en cadena, los del resto del Raquis.

  • Procurar un cierto grado de inmovilización de la zona lumbar que salvaguarda su lordosis natural, lo que, a su vez, induce al mantenimiento de la curvatura normal de toda la espalda como mecanismo fisiológico de protección frente a las cargas axiales.

  • Ayudar a la sujeción de las vísceras abdomino-pélvicas, disminuyendo la posibilidad de hernias o prolapsos.

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Fijaos, no obstante, que al hablar de los efectos favorables derivados de la utilización de la faja lumbar como herramienta de protección frente al riesgo de lesiones, me he cuidado muy mucho​ de emplear la expresión "disminuir la posibilidad de", y es que: 

1º.- la faja ortésica solo es un complemento que va a ayudar, pero, en ningún caso, va a suplir la función de nuestro sistema músculo-esquelético, el cual deberemos entrenar convenientemente para afrontar un trabajo tan exigente como el nuestro, y

2º.- que, aún estando entrenados, ninguna actividad humana está exenta de riesgo al cien por cien. Lo que si está en nuestra mano es disminuir ese riesgo a la mínima expresión, y ello me hace insistir en la necesidad de ejercer nuestro oficio con la máxima profesionalidad, sobre la base de una buena preparación física, el dominio de la técnica y el adecuado manejo de las herramientas, como la mejor manera de preservar nuestra salud. 

- Efectos adversos en la utilización de la Faja.

Debemos advertir, no obstante, que no todos los efectos que se derivan de la utilización de la Faja Lumbar son favorables. Y es que la presión abdominal que, de manera continua, ejerce la ortesis a modo de abdominales complementarios, efectivamente, beneficia -como ya hemos hablado- a nuestra zona lumbar y, por ende, a toda la columna, pero perjudica, por contra, el vital proceso de la Respiración. Veamos como:

Empecemos por recordar que, en circunstancias normales, cuando inspiramos, el Diafragma se contrae en sentido caudal (esto es, hacia abajo), actuando como el émbolo de una jeringuilla que succiona el aire, propiciando, a la vez, el desplazamiento de las vísceras para dejar hueco a la expansión longitudinal de la Caja Torácica y de los Pulmones, que ven aumentado su volumen para la entrada del aire. Esta parte del acto respiratorio que depende, fundamentalmente, del Diafragma, se conoce como respiración diafragmática, responsable de 2/3 de la ventilación pulmonar.

Casi sin solución de continuidad, los músculos intercostales externos también se contraen, elevando las costillas y el esternón para terminar de agrandar la Caja Torácica diametralmente y permitir la entrada del aire que aún resta (1/3) para llenar los Pulmones. Esta parte del acto respiratorio se conoce como respiración costal o torácica.

Nuestra respiración será tanto más eficiente cuanto mejor aprovechemos ambas, la diafragmática y la torácica, en un mismo acto respiratorio, permitiendo con ello una plena ventilación pulmonar, esto es, la mayor entrada (y salida) posible de aire.

MOVIMIENTO DEL DIAFRAGMA
EL ACTO RESPIRATORIO INTEGRA LA RESPIRACIÓN DIAFRAGMÁTICA Y LA TORÁCICA

Pues bien, al utilizar la Faja ortésica, la presión continua que ésta ejerce sobre el abdomen va a dificultar el normal movimiento del Diafragma, que no podrá contraerse en toda su extensión, quedando disminuida, por tanto, la respiración diafragmática. Siguiendo el ejemplo anterior, sería, como si al tirar del émbolo, encontrásemos una resistencia que nos impidiera llegar hasta el final de la jeringuilla. 

Siendo ya importante esta merma, nuestra respiración puede verse, todavía, más comprometida si, además, la Faja, por su excesiva anchura y/o errónea colocación, llega a bloquear las últimas costillas, dificultando, también, la respiración costal.

Así es como la Faja ortésica, tan beneficiosa para nuestra espalda, perjudica, a la vez, nuestra respiración, mermando la ventilación pulmonar del Costalero, precisamente, en un trabajo que, por su alto consumo energético, requiere de un gran aporte de oxigeno.

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OPRESION%20DIAFRAGMA%202%20Buena_edited.
COLOCACIÓN DE LA FAJA DIFICULTANDO TANTO LA RESPIRACIÓN DIAFRAGMÁTICA COMO LA TORÁCICA

Como de algo os sonará, la mayor parte de la energía que necesita nuestro cuerpo para funcionar se produce, fundamentalmente, mediante el metabolismo aeróbico celular, por el que, una vez digeridos los alimentos, los nutrientes que llegan a las células a través de la sangre (principalmente, la glucosa) sufren una serie de transformaciones químicas que, en última instancia, y en reacción con el Oxigeno, dan, como producto final, ATP (Adenosina Trifosfato), que son unas moléculas más sencillas que si pueden ser procesadas por nuestras células para aprovechar su alto valor energético (desechando el agua y el CO2 que también se producen en el mismo proceso de oxidación y que luego eliminaremos, vía sudoración y exhalación).  

La eficiencia de este mecanismo metabólico lo hace autorregulable, de manera que, en estado de reposo, se asegura de producir la energía estrictamente necesaria para el mantenimiento de nuestras funciones vitales. Pero cuando realizamos una actividad física, el trabajo músculo-esquelético se incrementa y, en consecuencia, nuestra demanda de energía; las células, entonces, tienen que producir más ATP, y para ello necesitan más Oxigeno, necesidad que se verá aumentada cuanto mayor sea la intensidad y duración de la actividad física que se realice. Y, precisamente, intensidad y duración son características intrínsecas de nuestro trabajo, por lo que resulta obvio, el alto aporte de Oxigeno que precisa un Costalero para que su cuerpo sea capaz de producir la energía que le permita rendir bajo el "palo". Y esto es justo lo que dificulta la Faja: ese mayor aporte de Oxigeno, como consecuencia de la merma respiratoria derivada de su utilización. Si a ello sumamos la falta de aire oxigenado y la alta temperatura que, ya de por si, se dan bajo un Paso, comprenderemos mejor el nivel de exigencia de un trabajo que, siendo, fundamentalmente, aeróbico, se desarrolla en unas críticas condiciones anaeróbicas (o de falta de Oxigeno). 

- Como contrarrestar los efectos adversos de la Faja.

b) A nivel Cardiovascular,  el trabajo del Costalero exige un gran "gasto cardíaco", superior -me atrevo a decir- al de otros trabajos de semejante naturaleza. Expliquemos por qué: 

El Oxigeno de los Pulmones es distribuido a todo nuestro organismo a través del torrente sanguíneo, transportado, fundamentalmente, por la Hemoglobina que contiene la sangre, en una proporción o Capacidad máxima de Transporte de 20,1 ml. de Oxigeno por cada 100 ml. de sangre. Cuando entra suficiente Aire oxigenado en los Pulmones, la sangre va a ir cargada a tope de O2, transportando una cantidad muy cercana a su capacidad máxima. Se dice, entonces, que la Sangre está saturada de Oxigeno. Así, si en 100 ml de sangre viajaran 20,1 ml de O2, el indice de saturación de Oxigeno en Sangre sería del 100%, puesto que va al máximo de su capacidad de transporte.  de que intensifique su trabajo: por un lado, latiendo más fuerte para bombear más sangre con cada latido (aumento del volumen sistólico o volumen latido), y, por otro, latiendo más rápido (aumento de la frecuencia cardíaca o número de latidos por minuto). Ambos factores, determinan el "gasto cardíaco" o volumen de sangre que sale del corazón por minuto. 

Gasto Cardíaco = Volumen latido x Frecuencia Cardíaca 
GC = 
70 ml. sangre/latido 
X
70 Latidos/minuto 
=    4.900 ml/minuto
Pasando los mililitros a litros, tenemos:
GC = 4,9 Litros de sangre por minuto.  
Estimación del Gasto Cardíaco a partir de los valores medios de un corazón sano en estado de reposo.

Así, de unos, aproximadamente, 5 litros de sangre bombeados por minuto, en estado de reposo, podemos pasar a un gasto cardíaco de entre 20 a 35 litros por minuto, dependiendo de la intensidad de la actividad (y, de otros factores personales, como el volumen corporal del sujeto, o su preparación física).

Teniendo en cuenta, por tanto, que el gasto cardíaco difiere según la actividad y la persona que la desarrolle, la única afirmación absoluta que si podemos hacer es que un mayor requerimiento de Oxigeno conlleva un mayor gasto cardíaco.

Imaginemos entonces un hipotético escenario en el que la actividad laboral de una persona como "Operario", fuese de la misma intensidad y duración que su trabajo como "Costalero". En teoría, si se trata de la misma persona, realizando un esfuerzo semejante, como Operario que como Costalero, el gasto cardíaco debería ser el mismo en una y otra actividad. Y, sin embargo esto no es así, ya que, aunque, en ambos casos, bombee la misma cantidad de sangre por minuto, la que bombea como costalero transporta menos Oxigeno, o dicho de otra manera, la saturación del Oxigeno en sangre del Costalero, es menor que la del Operario:

Se sabe que la máxima cantidad de O2 que puede transportar la sangre (a través de su Hemoglobina) está en una tasa de 20,1 ml de Oxigeno por cada 100 ml de sangre. 

Así, de unos, aproximadamente, 5 litros de sangre bombeados por minuto en estado de reposo, podemos pasar a un gasto cardíaco de entre 20 a 35 litros por minuto, dependiendo de la intensidad de la actividad (y, de otros factores personales, como el volumen corporal del sujeto, o su grado de entrenamiento, pues un corazón preparado no necesita latir tantas vences para bombear la misma cantidad de sangre por minuto, que otro no entrenado).

Teniendo, por tanto, en cuenta, que el gasto cardíaco difiere según la actividad y la persona que la desarrolle, la única afirmación absoluta que si podemos hacer es que un mayor requerimiento de Oxigeno siempre conlleva un mayor gasto cardíaco.

Ahora, imaginemos un hipotético escenario, en el que actividades semejantes en intensidad y duración son realizadas por dos personas idénticas, la una, Costalero, y la otra, que tiene la desgracia de no serlo. Pues bien, en esta teórica igualdad de condiciones, ambos tendrían el mismo gasto cardíaco, se supone. Sin embargo, el costalero parte de una situación de desventaja, pues al Plus de Oxigeno que requiere para realizar la actividad 

CONOCIENDO LA HERRAMIENTA

Técnicamente hablando, la Faja es un tipo de "Ortesis", nombre que, en Ortopedia, reciben aquellos mecanismos o artilugios que se aplican a nuestro cuerpo como ayuda externa para corregir o prevenir determinados problemas funcionales o estructurales del sistema musculoesquelético.

Con esta alusión técnica, pretendo situar la herramienta en el lugar que realmente le corresponde, pues, pese a su tradicional sencillez, no estamos ante un simple trozo de tela que, enrollado a la cintura, viene a completar el atuendo típico de Costalero. Como cualquier otra ortesis, la faja va a tener una finalidad ortopédica -en este caso, de prevención de ciertas lesiones de espalda- y ello requiere que prestemos la debida atención en lo que a su correcta utilización se refiere, ya que, a sensu contario, su uso inadecuado podría resultar contraproducente.

- LA FAJA LUMBAR Y SU FUNCIÓN ESTABILIZADORA DE LA COLUMNA VERTEBRAL:

En esta acción de sostén, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la columna, de manera que una musculatura abdominal potente compensará la tensión que ha de soportar la musculatura dorsal. 

Pues bien, ese es precisamente el objetivo principal de una faja lumbar: ayudar a mantener la posición adecuada de la columna lumbar, disminuyendo la carga de trabajo que ello supone para la musculatura de la espalda. 

Ya hemos hablado, muy a grosso modo, de la actuación conjunta y coordinada de todos los músculos que dan sostén al Raquis, explicando -aunque de forma muy simplificada- como nuestra pared abdominal, principalmente, hace de contrapeso natural de los músculos de la espalda, ayudando en la labor de estabilización de la columna. 

La idea con la que debemos quedarnos de esta básica explicación del equilibrio de fuerzas musculares, es la de que una musculatura abdominal tonificada podrá hacer bien su trabajo, de manera que los músculos de la espalda solo tengan que realizar el suyo, sin ningún esfuerzo añadido. Por el contrario, unos abdominales debilitados contribuirán menos a la estabilización, y este déficit deberá ser compensado con un mayor esfuerzo de la musculatura dorsal, lo que terminará por sobrecargarla.


En esta acción de sostén, los músculos de la espalda se coordinan con los de la zona abdominal, actuando como un contrapeso natural para la estabilización de la columna, de manera que una musculatura abdominal potente compensará la tensión que ha de soportar la musculatura dorsal. 

Pues bien, ese es precisamente el objetivo principal de una faja lumbar: ayudar a mantener la posición adecuada de la columna lumbar, disminuyendo la carga de trabajo que ello supone para la musculatura de la espalda. 

04 ESQULETO CON MUSCULATURA DEGRADADO TR
05 ESQULETO CON MUSCULATURA TRANSPARENTE
06 ESQULETO CON MUSCULATURA TRANSPARENTE

Toda esta estructura ósea se va a ver sustentada por un complejo entramado de músculos y ligamentos: 

- Los ligamentos garantizan una unión extremadamente sólida entre las vértebras, confiriéndoles estabilidad y una gran resistencia mecánica.

- Por su parte, la actuación coordinada de potentes cadenas musculares van a reforzar la estabilidad de toda la estructura, confiriéndole, además, su capacidad de movimiento (flexión, extensión, inclinación lateral y rotación).

La complejidad del sistema muscular de la espalda haría prolija su explicación detallada, musculo por musculo. Por eso, baste a nuestro propósito, una visión global del mismo, a nivel funcional, de manera que entendamos que, en casi todos los requerimientos que hacemos de la columna en nuestra actividad diaria, no interviene un solo musculo de forma aislada y con una función selectiva, sino que interactuan, coordinadamente, músculos de diferentes regiones, primando, en según que requerimientos, la función estabilizadora de unos, y la del movimiento en otros. Esta actuación en cadena, propicia un contrapeso natural entre los músculos propios de la espalda y los situados en la zona abdominal y región pélvica.

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10 de Abril  de 2022 Faltan:

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